miércoles, 21 de mayo de 2008

En el país de los garufos. Héctor D'Alessandro

En el país de los garufos. Héctor D'Alessandro
Un día, un cronopio llegó a un país extraño donde nada más poner pie en tierra y, como al parecer no tenía nada mejor que hacer, se quedó dormido. De tal suerte que al despertar, estaba atado con tensas cuerdas en torno de su anatomía y esta labor la había llevado a cabo un número infinito de seres pequeños que orbitaban a su alrededor, curiosos y animados, poseidos de un afán investigador inusual.
Cuando pasaron los días, el cronopio se convenció de que mejor era entrarle por las buenas a los "garufos", así se llamaban los seres pequeños.
La conclusión fue que se quedó a vivir con los garufos y se portó tan bien entre ellos y resultó tan querido y aceptó de tan buena forma sus leyes y sus métodos de apredizaje del baile, que acabaron otorgándole la ciudadanía y hasta una medalla de honor.
Lo único que le piden como condición especial es que sólo sepa los pasos de baile, pero que por favor no los ponga en práctica.

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