domingo, 29 de septiembre de 2013

Doce años de terapia. Richard Bandler

Una vez recibí a un cliente de veinticuatro años de edad, que ingería Valium desde los doce. La única vez que salía de su casa era para ir al dentista, al doctor o al psiquiatra. Había pasado por cinco psiquiatras, pero lo más grave que yo detecté era que no había abandonado se casa en doce años. Ahora sus padres eran de la opinión que debía arreglarselas solo. Su padre, dueño de una gran empresa constructora, se quejaba ante mi,: "Ese muchacho... es tiempo de que se valga solo". Y pensé: "Cretino, te has atrasado doce años. ¿Qué vas a hacer? ¿Entregarle tu empresa para que te mantenga?" Esa empresa tendría una expectativa de vida de alrededor de dos días.
   Puesto que el muchacho había vivido doce años con Valium, no había tenido muchas experiencias, hasta que me lo enviaron. Lo obligue a visitar todo tipo de lugares y a efectuar una infinidad de rarezas:o eso o bien le daría la paliza del siglo.  
   Cuando dudó la primera vez y me dijo que no podía mover un dedo, le pegué fuerte y con eso comenzó a ganar experiencias. 
   Fue un método expeditivo, que no recomiendo en absoluto para la mayor parte de las personas.
   Pero hay veces en que una buena cachetada constituye el principio de la construcción de una buena estrategia de motivación. Algunos de ustedes recordarán como funciona eso, de los años de juventud. Yo sólo lo metí en una serie de situaciones en las que debería resolver dificultades y contactarse con otros seres humanos. Eso le dio una base experimental para vivir en la realidad sin el cojín de casa,las drogas y el psiquiatra. 
  Las experiencias que le proporcioné fueron un poco más útiles y relevantes que resumirle verbalmente su niñez a un psiquiatra.

Esta niña es una putita. Richard Bandler

Un padre literalmente arrastró a su hija a verme, torciéndole el brazo tras la espalda, la empujó a una silla y gruño: "Siéntate".
-¿Pasa algo?, pregunté.
-Esta niña es una putita.
-No necesito una, ¿para qué me la trae?
Esa sí que fue una interrupción inductora de trance. Esas primeras frases son mis favoritas; uno le puede freir los sesos a alguien con una réplica como esa. Formúlenle una pregunta similar después, y nunca podrá volver a donde estaba.
-No, no. Eso no es lo que estoy diciendo...
-¿Quién es esta chica?
-Mi hija.
-¿Usted convirtió a su hija en una puta?
-¡No, no! Usted no me entiende...
-¡Y usted me la está ofreciendo a mi1 ¡Qué asqueroso!
-¡No, no, no! Usted me ha entendido mal.
 Este hombre que llegó gritando y amenazando, ahora ruega que yo le entienda. Ha girado totalmente desde atacar a su hija a defenderse a sí mismo. Mientras, la hija casi reventaba de la risa. Pensó que era maravilloso.
-Bueno, explíquese entonces.
-Tan sólo creo que todas estas cosas horribles le van a suceder.
-Bueno, si le enseña usted esa profesión, seguramente le sucederán.
-No, no, mire, es que...
-Bueno, ¿qué es lo que quiere que yo haga? ¿Qué es lo que usted quiere?
Entonces comenzó a describir todas las cosas que él quería. Cuando terminó, le dije: "Usted la trajo acá torciéndole el brazo y la tiró al asiento. Así exactamente se trata a las prostitutas; usted la está entrenando profesionalmente para eso".
-Bueno, yo quería obligarla...
-¡Oh! Obligarla, enseárle que los hombres controlan a las mujeres empujándolas, mandándolas, torciéndoles los brazos tras la espada, forzándolas a aactuar contra su voluntad. Así operan los proxenetas. Lo único que le faltaes cobrar dinero por ello.
-No, eso no es lo que ha sucedido. Se ha acostado con su "novio".
-¿Le cobró? ¿Lo ama?
-Es demasiado joven para amar.
-¿No lo amaba ella a usted cuandro era una niñita? 
Proyecté la imagen de ella cuando niñita, sentada en las rodillas de papá. Casi siempre puede uno convencer a viejos gruñones con esa imagen.
-Déjeme preguntarle algo. Mire a su hija... ¿No desea usted que ella sea capaz de amar y de gozar del sexo? La moral del mundo ha cambiado yeso no tiene porqué gustarle a usted. Pero, ¿le gustaría que la única manera de interactuar con hombres que ella aprendiera fuese la manera como usted la trajo aca hace unos momentos? Y que ella esperara a cumplir lo ventiún años y se casara con alguien que le pegara, la empujara,abusara de ella y  la obligara a moverse contra su voluntad?
- Pero puede equivocarse, y eso la herirá.
-Es posible. En dos años más ese tipo puede botarla como a una piedra caliente y marcharse. Y cuando se sienta mal y sola...no tendrá donde ir, pues lo odiará a usted. Si llegase a volver a su casa, usted le diría: "Te lo advertí".
  Incluso si ella se las arrega por sí sola y encuentra a otra paersona y establece una verdadeera relación, cuando nazcan sus hijos -sus nietos- no vendrá a mostrárselos. Porque recordará lo que usted tramó y no querrá que sus hijos se enteren.
  A estas altura el padre no atina a nada, y así uno lo agarra. Lo mira directo a los ojos y le die: ¿No es más importante que ella aprenda a elacionarse con amor? ... ¿o debiera aprender a imitar la moral de cualquier hombre que pueda forazarla? Ese es el papel de los proxenetas.
   Prueben a sacarlo de ahí. No hay salida. No hay forma en que el cerebro pueda volver a hacer lo de antes. No podría actuar como un proxeneta. No importa que uno obligue a alguien a no hacer algo o a a hacerlo, o si uno lo obliga a hacer algo "bueno" o algo "malo". La manera como uno lo obliga le enseña a ser obligado de esa manera. 





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