miércoles, 22 de febrero de 2012

"El cucaracho y otras aventuras" se edita este verano.

Héctor D’Alessandro es un escritor y narrador oral, actor, coach y profesor de escritura creativa. Ganó un premio y publicó su primer cuento en 1984. Frecuentó los géneros de cuento, ensayo y novela. Desde 1992 vive en Barcelona, donde desarrolló parte de su actividad en internet, sobre todo en el área de videos de aprendizaje. En su blog psicocuantico.blogspot.com ha ido publicando buena parte de la obra cuentística por la que destaca y es reconocido. Ha ganado el premio del Kosmópolis del 2006 con “El perro que fuma” y es uno de los ganadores de la antología “Voces con vida” con “Un hombre encuentra una novela en el metro de París”, por los que ha sido reconocido como un narrador original de gran plasticidad y de amplio registro. En internet es muy consultado su trabajo, realmente renovador, sobre la construcción de personajes. “El cucaracho”, cuento que da título a esta antología, es un relato que apareció en audio en 2009 y ha ido abriéndose camino en la internet al grado de ganar un premio de Radio Silenci de Catalunya y la traducción al sloveno por la radio Student de Lubliajna, que lo escoge como uno de los autores representativos de los nuevos escritores latinoamericanos innovadores en la red. Ahora aparece en Ediciones de Educación y Cultura junto a otros trece relatos recopilados especialmente de entre su abundante obra. Un escritor del que se puede decir que es de nuestro tiempo interconectado.
   Héctor D’Alessandro, nacido en 1963 en Uruguay, es un escritor que ha ejercido diversas profesiones de las cuales ha sacado material para sus escritos de ficción y de ensayo. Estudió sociología, rebirthing, osteopatía y programación neurolingüística, es narrador oral, dinamizador cultural, blogger y coach especializado en el área de creatividad, además de mentor en escritura creativa. Ha sido premiado como ensayista y como cuentista, por jurados exigentes presididos por escritores de la talla de Eduardo Galeano, en Uruguay, en México y en España. Ha publicado biografías, auténticos bestsellers, acerca de personajes outsiders muy famosos del Uruguay. Forma parte de la prestigiosa antología “Voces con vida” y ha ganado el premio que otorga el Kosmópolis de Barcelona con su relato “El perro que fuma”. Una antología reciente realizada por el Dr. Jurij Kunaver de Slovenia lo ubica entre los escritores representativos de la actual literatura latinoamericana que tienen éxito en internet, gracias a su relato “El Cucaracho”.  
   Del autor se ha dicho:
Ha recibido importantes premios internacionales que lo han situado entre los autores considerados como líderes para las próximas décadas en la literatura en lengua española.
“Poseedor junto a otros integrantes de las antología “Voces con vida” de asombrosa plasticidad y capacidad imaginativa”.
Bernardo Ruiz, crítico mexicano.
“Si fuera posible meter los genes de Chéjov, Borges, Cortázar y Roberto Arlt en una máquina clonadora saldría una criatura semejante a Héctor D’Alessandro. Un hombre seductor, erudito, sabio, agradable, con un talento fuera de toda proporción”. 
Marco Tulio Aguilera, escritor internacional nacido en Colombia, residente en varios países y actualmente en México.
“Miembro de una generación de dominadores de nuevos espacios (virtuales) de difusión donde ya se imponen”. 
Víctor Jimenez Hernandez. 
“Seduce con relatos que dejan una sensación de gratitud hacia la vida y la escritura”.
Teresa Martin Tafarel, escritora argentina.
“H.D. no es un escritor es un creador de nuevos mundos”.
Rolando Sanchez Mejías, escritor cubano.
Un autor que trata con mucho humor las grandes cuestiones filosóficas en las situaciones de la vida cotidiana. Su extraordinario cuento “El Cucaracho” puede hacernos pensar: “¿quién de nosotros se parece más a una incapaz cucaracha?” y es seguro que la respuesta despertaría asombro.
Jurij Kunaver, escritor y traductor al esloveno de el cuento “El Cucaracho” de H.D. 
“H.D. es probablemente el tipo con el cerebro más veloz que he conocido en mi vida, su capacidad de percibir simultáneamente una inmensa masa de datos imposible para el común de los mortales denota un cerebro de enorme creatividad, esa es su marca y es el secreto de su facilidad para inducir estados de creatividad en sus clientes, algo tan necesario en este tiempo”.
Fernando Santángelo, diseño de elevada calidad, NY, trabaja para grandes estrellas de Hollywood y es referencia en NY.

Héctor D'Alessandro en Letras-Uruguay

Estoy en la prestigiosa pagina de Letras Uruguay, clicka aqui.

martes, 7 de febrero de 2012

Importancia de las narraciones en la existencia humana. Rafael Echeverría.


La importancia de la narración de historias en la existencia humana.
Rafael Echeverría

En su afán por la búsqueda de sentido, los seres humanos inventan y narran historias. Tan pronto como los niños adquieres competencias mínimas de lenguaje, comienzan a preguntar “Por qué”. Todos sabemos lo difícil que resulta a veces saciar su curiosidad. Desde la infancia, todos vivimos esa urgencia básica de darle un sentido a lo que ocurre alrededor nuestro. Si examinamos esto con mayor detenimiento, nos daremos cuenta de que somos la única especie que inventa historias.
   Esta compulsión por contar historias no es trivial. No es algo que hacemos “además” de muchas otras cosas. Es una de las cosas más importantes que hacemos. Si nos preguntan quienes somos, contamos una historia. Nuestra identidad se constituye como una historia que contamos acerca de nosotros mismos. Es una historia que nos posiciona en el mundo. Y cuando nos preguntan acerca del mundo, contamos otra historia. Nuestro mundo es siempre una historia acerca de cómo son las cosas que nos rodean.
   No nos relacionamos con nuestro entorno como si éste fuese una colección de entidades y acontecimientos separados. Cualesquiera sean las entidades y acontecimientos que distingamos, los organizamos, les damos un orden que podrá ser más o menos acabado, a través de historias que los relacionan unos con otros. Puesto que nosotros, como individuos –como identidades personales– somos una historia acerca de quiénes somos, y puesto que todos vivimos en un mundo que es también una historia, podríamos decir que los seres humanos son historias dentro de historias, todas ellas producidas por nosotros mismos. Hemos sido creadores de mitos desde nuestras formas más tempranas de existencia social. Esto es constitutivo del ser humano.
   A veces, sin embargo, nos parece que los creadores de mitos eran nuestros antepasados y no nosotros. Pensamos que ellos eran los que vivieron en mundos míticos y que nosotros abandonamos esa forma de ser hace ya algún tiempo. A diferencia de ellos, sostenemos que nosotros hemos dejado de necesitar mitos pues sabemos cómo son las cosas. Para remarcar el punto, hablamos, por ejemplo de nuestras explicaciones científicas. Pero nuestros antepasados también pensaban que sabían cómo eran las cosas. También consideraban sus historias como representaciones verdaderas de la realidad. Si observamos nuestras explicaciones científicas, debemos admitir que ellas también son historias. Historias que son más efectivas que otras, historias que están fundadas de manera que hemos llegado a aceptar como más poderosas que otras, pero al final, las explicaciones científicas no son sino narrativas que producimos acerca del mundo.
   Generalmente, no vemos nuestros mitos como mitos ni nuestras historias como historias. No nos damos cuenta de que incluso lo que decimos acera de nuestros antepasados es una historia. No hay salida. No podemos escapar del tejido que creamos con nuestras historias. Los seres humanos viven “en lenguaje”: viven al interior de las historias que construyen para otorgar sentido a sí mismos y al mundo que los rodea. Martin Heidegger, que como ya hemos señalado ya, insistía en que el “lenguaje es la morada del ser”, observó nuestras historias como “edificios que cobijan al hombre”. Reconoció que el hombre no es solamente el productor de sus historias, sino, antes que nada, el producto de ellas. “El hombre actúa”, escribió Heidegger, “como si fuese el artífice y el maestro del lenguaje en circunstancias que es el lenguaje el que ha permanecido como maestro del hombre”.
   Las historias funcionan como refugios para los seres humanos. Toda sociedad es albergada dentro de algunas estructuras fundamentales compuestas de narrativas. Las llamamos metanarrativas o metahistorias. También las llamamos discursos históricos. Son componentes esenciales de una cultura particular. Al mirar la historia, la literatura, la religión y la filosofía de una sociedad determinada, lo que estamos haciendo es examinar aquellas metanarrativas que constituyen uno de los pilares más importantes de esa sociedad. Ellos son las historias básicas a partir de las cuales confiere sentido a su vida. De acuerdo a cómo una colectividad humana le da sentido a su vida, aparecen diferentes formas de existencia humana.
Historias y acción.
En algunas secciones anteriores pudimos observar de qué manera las historias a menudo nos distraen de ejecutar acciones. Escribimos que, al permanecer en las historias que resultan de las “conversaciones de juicios personales” (en las que desarrollamos interpretaciones del por qué las cosas están como están), a menudo nos distraemos de emprender las acciones que nos ayudan a superar nuestros quiebres. Caemos en una actitud pasiva de la cual no surgen compromisos para cambiar las cosas Hemos señalado el papel negativo que pueden desempeñar las historias con respecto a la acción.
   Sin embargo, ahora queremos enfatizar que algunas actividades que tienen que ver con la creación de historias también pueden desempeñar un papel positivo con respecto a nuestra capacidad de acción. De hecho, este es el papel que desempeñan las historias para definir  diferentes formas de vida humana y para otorgar sentido a la existencia. Es desde la actividad de inventar historias que desarrollamos una visión del futuro y, por lo tanto, abrimos un horizonte que nos va a impulsar a emprender acciones. También es a través de la invención de historias que desarrollamos una visión del futuro y, por lo tanto, abrimos un horizonte que nos va a impulsar a emprender acciones. También es a través de la invención de historias que desarrollamos el trasfondo que dará sentido a desafiar el presente y a realizar acciones. Muchas veces actuamos a partir del hecho de que tiene sentido hacerlo así. Generalmente, son aquellas historias que tenemos acerca de nosotros y del mundo las que proveen  el sentido desde el cual la acción surge. La acción jamás ocurre en un vacío. Ocurre desde el entramado de historias que le confieren a tal acción su sentido.
   Los movimientos sociales, esas fuerzas colectivas que tantas veces han cambiado el curso de la historia, son productos de narrativas convocantes que han tenido el pode de unir a la gente en torno a una causa común. Esas historias operan, en el decir de Antonio Gramsci, como el “cemento” que mantiene unidos a los individuos que integran el movimiento social. Los movimientos sociales son sólo un ejemplo, entre muchos otros, del poder de las historias, o del poder de los mitos.
El poder de la invención de historias en las relaciones.
Postulamos que para generar relaciones estrechas necesitamos más que tan solo encontrar formas mutuas de coordinar acciones. Ciertamente, una efectiva coordinación de acciones es importante, pero no siempre es suficiente. Las relaciones estrechas, y en especial las relaciones íntimas estrechas, generalmente se basan en un trasfondo básico compartido que les confiere sentido. Estas relaciones –además de las acciones conjuntas– son capaces de generar su propia significación. Generan el sentido del estar junto a aquellos que participan en la relación.
   Nuevamente, esto ocurre de manera decisiva en las conversaciones que constituyen esa relación. Al estar en conversación, la pareja se involucra en el proceso de construir historias compartidas que le darán sentido al estar juntos. Sus conversaciones se asemejan al proceso de hilado, en que se va produciendo el ejido que sostiene la relación. Al estar en conversación, ambos integrantes de la pareja entran en un proceso de transformación mutua. Sus historias se entremezclan. Luego, según la calidad de esta fusión de historias, se desarrollará un trasfondo compartido, un espacio de consenso, se producirá un mundo compartido, un espacio de consenso, se producirá un mundo compartido, y aparecerá una sensibilidad compartida por quienes integran la relación.
   Todo esto genera lo que el biólogo Humberto Maturana ha denominado un proceso de transformación mutua congruente entre las partes involucradas. Con el tiempo, ellas observarán lo bien que se complementen, lo bien que pueden, incluso, anticipar las acciones y reacciones de cada uno. Todos hemos sido testigos de este fenómeno en parejas, amigos, equipos y empresas. Normalmente, le llamamos a esto una buena relación. Lo que se ha producido es lo que nosotros llamamos una cultura sana para la relación.
   También hemos sido testigos de lo contrario. Hemos visto cómo algunas relaciones se han roto y cómo los compañeros involucrados parecen distanciarse cada vez más a medida que transcurre el tiempo. Cuando esto ocurre, bien podríamos hablar de “incompatibilidad de caracteres”, de distintas personalidades. Pero con ello estamos utilizando el resultado de lo que sucedió (el que mostraran no compatibilizar), como explicación de que ello sucediera. Estamos usando el resultado como causa. La “incompatibilidad” no es un factor dado en una relación. Quien la produce es la relación misma y, por tanto, las conversaciones que configuran esa relación.
  Deseaos, por lo tanto, enfatizar este aspecto de nuestras conversaciones: su capacidad de crear un mundo compartido en que cada parte vez a la otra como copartícipe en la invención de un futuro común. Las conversaciones pueden crear esto. También pueden destruir la posibilidad de lograrlo. Cuando producen una cultura sana, juzgamos nuestras relaciones como “cálidas” y observamos nuestras casas como “hogares”. Se convierten en mejores refugios, mejores edificios en los que morar. Estas nuevas estructuras han sido producidas por el lenguaje, sin conversaciones.
   No es frecuente darnos cuenta de que nuestras conversaciones producen culturas positivas y negativas. Encontramos a algunas personas a quienes les va bien y a otras mal en sus relaciones. Algunos de nosotros parecemos competentes para construirlas y otros parecen no saber hacerlo. Todo esto sucede como si fuese decidido por la existencia de talentos personales ocultos. Postulamos que, mediante las distinciones que hemos presentado, podemos observar el fenómeno de la construcción del mundo compartido a través de las conversaciones. Este nuevo observador nos puede permitir diseñar nuestras conversaciones en forma tal de hacernos responsables por el tipo de relaciones que estamos generando.

Rafael Echeverría. “Ontología del lenguaje”. Editorial Granica.  

El pensamiento de la novela. Thomas Pavel


“Representar la existencia. El pensamiento de la novela”.
   Thomas Pavel
   
    Algunos novelistas del siglo XX, al evitar la tentación de la religión del arte, no han dejado de afirmar la vocación de accesibilidad del género. Entre esos partidarios de la legibilidad, yo distinguiría cuatro grandes grupos de escritores, algunos de los cuales permanecen fieles al pasado, mientras que otros se esfuerzan por armonizar la problemática y las técnicas más recientes con la transparencia y el tono directo propios de la tradición del género: (I) los moralistas, que han aprendido su oficio estudiando a Dostoievsky y sus discípulos; (II) los adeptos al análisis social; (III) los neorrománticos; y (IV) los herederos de la tradición cómica y escéptica.

(I)                 Los herederos de Dostoievsky forman una vasta comunidad cuyos miembros se extienden por todo el mundo: Francois Mauriac, Georges Bernanos y Julien Green, en Francia; Grahqam Greene y, por ciertos aspectos de su obra, Evelyn Waugh, en Inglaterra; Heinrich Böll, en Alemania; y William Percy, en Estados Unidos. Los existencialistas franceses Jean-Paul Sartre y Albert Camus, el americano William Styron y la inglesa Iris Murdoch también forman parte de este grupo. Estos autores comparten la convicción de que el hombre es un ser moralmente imperfecto y que, pese a las variaciones en la superficie, en lo profundo esa imperfección no cambia apenas de un siglo a otro. De ello resulta que el hombre moderno no es diferente a sus antepasados, salvo en la medida en que el universo en que vive le niega los medios para comprender su propia imperfección. El desencantamiento del mundo y el debilitamiento de las creencias religiosas, percibido por la mayoría de los novelistas como elementos esenciales de la definición de la era moderna, son reprobados por los autores de obediencia religiosa y exaltados por los existencialistas laicos. Bernanos y Graham Greene retratan en sus novelas (L’Imposture y El poder y la gloria, 1940 respectivamente) a sacerdotes católicos que se debaten entre un fe en la que ya no pueden creer y un mundo que sigue necesitando certezas morales y religiosas. La indolencia del hombre sin Dios ocupa el lugar central en la obra de Mauriac (Thérèse Desqueyroux, 1927) y de Julien Green, sin que las convicciones religiosas propias de ambos autores sean invocadas de manera explícita. En “¿Dónde estabas, Adán? (1951) y “Retrato de grupo con señora” (1971), de Böll, la nostalgia de un mundo dotado de una firme dirección moral es proyectada sobre la Alemania anterior a 1933 y sobre los alemanes que supieron resistirse al terror nacionalsocialista. El protagonista de la novela “The Second Coming” (1980), de William Percy, realiza una busca idiosincrásica de Dios, que acaba con el dostoievskiano descubrimiento de que del verdadero amor junto a una joven minusválida. En “La náusea”(1938), de Sartre y en “La caída”(1956), de Camus, la existencia de los protagonistas se ve trastornada por la revelación de su propia finitud. Hay que advertir que esta vía, relativamente fecunda en el período de entreguerras, ha perido su importancia con el agotamiento de la moda religiosa que acompañó, desde principios de siglo hasta los años 50, la generalización,  difícil y convulsiva, de las convicciones democráticas en Europa. Aunque sin embargo, la obra de J.M. Coetzee, que analiza sosegadamente los dilemas morales que asedian Sudáfrica a finales del segundo milenio, testimonia la vitalidad de dicha tradición.

(II)              A lo largo del siglo XX, una rica cosecha de obras ha perpetuado con éxito el arte de la observación social. Roger Martín du Gard, Georges Duhamel y más tarde Georges Simenon, Louis Aragon y Romain Gary, en Francia, John Galswothy, E.M. Foster y Doris Lessing en Inglaterra, el joven Thomas Mann, su hermano Heinrich Mann y Hermann Broch en Alemania, el austríaco Joseph Roth, los americanos John Steinbeck, Henry Roth, Saul Bellox y Tom Wolfe, y, en Rusia, donde el realismo socialista preservó cuidadosamente esta tradición, Boris Pastrenak, Alexandr Solzhenitsyn y Vassili Grossmann, todos ellos rechazan hasta cierto punto la seducción de la escritura en estado puro, de la novela-ensayo y del irrealismo kafkiano y posmoderno, para seguir fieles a la gran reforma perfeccionada por los novelistas del siglo XIX. La temática de la novela social vuelve en cierto modo a la abolición de los vínculos y la comunidad inaccesible, pero la observación de la sociedad en su diversidad protege a los realistas del vértigo egocéntrico del esteticismo y del modernismo. Los personajes de “Los Buddenbrook”(1900) , de Thomas Mann, el protagonista de “Jean Barois”(1913) de Roger Martín du Gard, Joachin von Pasenowen la primera parte de “Somnambules”(1931), de Hermann Broch, el joven Von Trotta en “La marcha de Radetzky” (1932), de Joseph Roth, el doctor Zivago  en la obra de Pasternak, así como Herzog, el protagonista de la novela de Saul Bellow, están tan distanciados del mundo circundante y son tan singulares y solitarios en su fuero interno como Marcel en “En busca del tiempo perdido” y como la señora Ramsay en “Al faro” , de Virginia Wolf. Sin embargo, a diferencia de estos últimos, ellos viven completamente en el universo de la experiencia común, y sus dudas e incertidumbres no los encierran fuera del mundo en la prisión de sus impresiones o en la de sus reflexiones. La presencia del mundo social, analizado con los ricos medios  legados por la reflexión sobre el arraigo del hombre, relativiza la soledad de los personajes y provoca que su desesperación sea digna de compasión. Aunque en dichas novelas resulta difícil encontrar ejemplos de una completa reconciliación entre el individuo y su medio (las condiciones en las que un Lyovin y una Kitty podían aun descubrir la felicidad están, al parecer, definitivamente fuera de la competencia de la alta literatura del siglo XX) en casi todas ellas existe la esperanza de que el individuo puede, al menos en principio, superar su aislamiento.
(III)            La urgencia de tal superación preocupa a los herederos del romanticismo, autores que no se resignan a contemplar al sujeto, ajemplo de la novela social, como un ser mediocre ni, sobre todo, reducirlo a los micromovimientos predeliberativos, al estilo de Joyce y Faulkner. Autores como Marguerite Youcenaur y Julien Gracq, Francia, Thornton Wilder, en Estados Unidos, y Erns Jünger, en Alemania, han intentado encontrar, mediante un movimiento deliberadamente antimodernista, la grandeza del yo en la de su acción histórica. Sus personajes son inventores o grandes defensores del orden en períodos donde las masas tectónicas sobre las que se asienta la cultura parecen dispuestas a cambiar. “Memorias de Adriano” (1951), de Yourcenaur, narra en primera persona y con un estilo que imita los modelos clásicos la acción fundadora del emperador con el cual Roma y sus posesiones (quizás incluso la humanidad entera, si creemos a Edmun Gibbon) conocieron su momento de mayor felicidad. Escrita en la misma época, “Los idus de marzo” (1948), de Thornton Wilder, propone a los estadistas contemporáneos el ejemplo de Julio Cesar, reformador de Roma tras las guerras civiles. La puesta del texto, que yuxtapone documentos presentados como auténticos, poemas, cartas y diarios de los personajes, consiste en demostrar que el estilo fragmentado, basado en la observación atenta de la experiencia íntima de los protagonistas, no refleja únicamente el fracaso del hombre moderno, sino que también puede servir para imaginar, haciéndolo plausible, el de los hombres del pasado. Ernst Jünger, primogénito de Yourcenaur y Wilder, en ciertos aspectos está mas cerca que ellos del esteticismo de  fin de siglo. En Eumeswill (1977), novela de anticipación política, Jünger opone a la crueldad y a los ardides de los tiranos la independencia del anarco, el hombre libre que no reconoce la primacía de ningún poder humano. Así, bajo una forma voluntariamente anticuada, la problemática de la abolición de los vínculos es planteada con una claridad inhabitual. En cuanto a Julien Gracq, el mas joven de ese grupo de escritores, es el más marcado de todos por la escritura modernista, que conoce bien en tanto que amigo y compañero de los surrealistas. “El mar de las Sirtes” (1951), historia de un conflicto marítimo imaginario entre una ciudad italiana y su enemigo sarraceno, deplora el agotamiento de los recursos internos del hombre en los períodos de decadencia.
(IV)           Los continuadores de la tradición cómica y escéptica, discípulos modernos de la picaresca, de Fielding, Diderot, Stendhal y Thackeray, retratan con una inspiración inagotable la imperfección del hombre en un mundo hostil y absurdo. Entre estos autores hay que incluir al americano Dos Passos, uno de los primeros ironistas en el seno de una tradición nacional dominada generalmente por los tonos sombríos. En Francia, “Viaje al fin de la noche” (1932), de Louis-Ferdinand Céline, resucita una visión picaresca de un protagonista apático enfrentado con universo desquiciado. Europa Central ha sido particularmente fértil en escritores pertenecientes a esta línea, entre los cuales destacan los dos gigantes checos: Jaroslav Hasêk, creador del inmortal soldado Schwejk y Milan Kundera (“La vida está en otra parte”, 1973, “El libro de la risa y el olvido”, 1978,”La insoportable levedad del ser”, 1984) incomparable cronista de una época donde la futilidad de las dictaduras burocráticas y el narcisismo de la gente sin importancia son reflejo uno de otro y se refuerzan mutuamente. El descarnado humor de Philip Roth y la dulce ironía de JohnUpdike crean el equivalente americano moderno de la novela de costumbres del siglo XVIII, el primero haciendo revivir el arte de Tobias Smollet, y el segundo, mas indulgente, el de Fanny Burney.


   Para dar consistencia a esta sucinta tipología de la novela del siglo XX, habría que multiplicar, desde luego, los autores citados y examinar con mayor atención las tendencias recientes. (...) Las tradiciones literarias más antiguas, las de China, India o Japón, así como las que han surgido en Africa o en las Antillas, escogen la novela como terreno de afirmación de su contemporaneidad, y los premiso Nobel de literatura de los últimos cincuenta años son en su mayoría novelistas. La desorientación del yo, que se distancia de un mundo percibido como incomprensible sigue siendo, de forma cada vez mas insistente –y porqué no decirlo, cada vez más serena–, el rasgo mas usual de estas obras llegadas de todos los horizontes, y evoca la antigua cesura entre los virtuosos héroes de la novela bizantina y el mundo sublunar gobernado por la contingencia.

Tipos de Trama, Norman Fredman


TIPOS DE TRAMA SEGÚN NORMAN FRIEDMAN
(RESUMEN y ampliacion o especificacion de algunos ejemplos, de H.D.)

  1. Tramas de Forma

a.1. Trama de acción
           a.2. Trama melodramática
           a.3. Trama trágica
           a.4. Trama punitiva
           a.5. Trama sentimental
           a.6. Trama apologética


a.1. Trama de acción. En este tipo de trama no hay un asunto intelectual o moralmente grave. El placer que produce su lectura deriva del suspenso, de la expectación y de la sorpresa. La trama se organiza alrededor de un ciclo constante de enigma-resolución. Entran en esta categoría las novelas de aventuras, detectivescas, western, ciencia ficción. Son ejemplo de esta forma las novelas de R.L. Stevenson, Arthur Conan Doyle, Willkie Collins y Ray Bradbury.

a.2. Trama melodramática (pathetic plot) Aquí solemos encontrarnos con un protagonista interesante que sufre una desgracia. Es por lo tanto una trama de sufrimiento. Frecuentemente la voluntad del protagonista es en cierto modo débil y sus pensamientos son ingenuos y deficientes.
          Esta trama parece la preferida de obras modernas o protomodernas que tratan de lo antiheroico. Por ejemplo Tess. Muerte de un viajante. Las tres hermanas. Adiós a las armas.
          En ellas todo está impregnado de un sentido obsesivo de la fragilidad y la inutilidad humanas. Dejan al lector con un sentimiento de compasión, dolor y pérdida ante la inescrutable apisonadora de las circunstancias que aplastan los frágiles deseos humanos.

a.3. Trama trágica. En esta un protagonista atractivo posee la fuerza de voluntad, cierto grado de sofisticación o habilidad para cambiar sus pensamientos. Su responsabilidad por aquello que hace o provoca con su accionar podría ser mayor. La satisfacción que obtiene el lector con su caída es mas clara. Cuando el protagonista descubre sus errores ya es tarde para repararlos y esto constituye la esencia de lo trágico. Casi todas las obras con este tipo de trama corresponden al mismo autor. Edipo rey. Antígona. Otelo. Hamlet, El rey Lear. Julio Cesar; quizás también pueda incluirse “El último magnate”.

a.4. Trama punitiva. Aquí el protagonista posee un carácter claramente poco atractivo. Sus ambiciones y propósitos resultan repugnantes aunque su fuerza de voluntad y sofisticación intelectual puedan resultar atractivas. Sufre una desgracia merecida. Nuestra admiración e indignación se encuentran combinadas mientras el héroe-villano pone en marcha sus planes inmorales y vence a los estúpidos y moralizantes de los que está rodeado. Experimentamos un profundo sentimiento de venganza cuando tiene lugar su caída definitiva. Ejemplos: Tartufo. El cabo del miedo. El inquilino. El protagonista de El informe sobre ciegos, capítulo fundamental de “Sobre héroes y tumbas” de Ernesto Sábato, texto considerado por enormes escritores de la talla de Graham Geene o Witold Gombrowicz como “la gran metáfora de nuestra época”. Ricardo III

a.5.Trama sentimental. Son aquellas tramas en las que el cambio de fortuna se produce para dar lugar a una mejora. “Casa desolada” es un ejemplo. También lo es “Tom Jones”, donde también está presente lo cómico conjuntamente.

a.6. Trama apologética. En este tipo de trama hay presente un cambio de fortuna hacia una mejora debida a la nobleza de un protagonista interesante que provoca un efecto algo diferente. El personaje recibe su premio no sin antes perder algo pero nuestra respuesta final es de respeto y admiración hacia un protagonista que se ha superado a sí mismo. “Tom Swayers". 
  1. Tramas de personaje.
b.1. Trama de madurez
b.2  Trama de reforma
b.3. Trama de prueba
b.4  Trama de degeneración


b.1 Trama de madurez. Aquí se presenta a un protagonista interesante cuyas ambiciones están concebidas de manera errónea o bien no están formadas y en consecuencia su voluntad se encuentra mal dirigida y es vacilante. Esta insuficiencia es frecuentemente el resultado de la inexperiencia y la ingenuidad o de una perseverancia errónea (Emma, de Jane Austin) o creencias y actitudes erróneas. Si la causa es esta última deben idearse algunos medios para cambiar su actitud. Su carácter necesita fuerza y orientación y esto puede conseguirse gracias a alguna desgracia drástica o incluso fatal como en el caso de Lord Jim, que acepta alegremente la muerte como un camino para probar la fuerza y el ánimo recobrados.
   Nuestra esperanza como lectores es que el protagonista escogerá el camino correcto. Nuestro sentimiento es de justificada satisfacción. “Grandes esperanzas” es el ejemplo más puro de este tipo de trama. También lo son Retrato del artista adolescente. Retrato de una dama. Hijos y amantes. Huckleberry Finn. Los embajadores. El arco iris. Look Homeward, Ángel. La montaña mágica. Corre conejo.



b.2. Trama de reforma. Es similar a la anterior. Trata de otra forma de cambio a una situación mejor. La diferencia es que el protagonista tiene una intención coherente desde el comienzo. Se comporta de manera equivocada y lo sabe, pero su debilidad de carácter lo hace alejarse del camino que sabe que es correcto y apropiado. En la trama de maduración existe cierta compasión por el protagonista puesto que este actúa y sufre por una visión equivocada. De este elemento carece la trama de reforma. Sólo conozco un ejemplo de este tipo de trama. La letra escarlata. Se parece a la trama punitiva por el hecho de que el protagonista es un falso devoto o un hipócrita, un charlatán cualquiera pero resulta diferente por el hecho de que resulta reformado al final y no simplemente castigado. “La metamorfosis” también puede considerarse dentro de este tipo de trama si se considera a la familia de Gregorio Samsa como protagonista de la novela. También en cierto modo Lord Jim.


b.3. Trama de la prueba. Esta trama gira en torno a un personaje atractivo firme, fuerte y resuelto que se ve empujado a tomar una resolución. Si cede salva la ropa pero lo hace a costa de su propia autoestima y del respeto que nos merece como lectores. Ejemplos de este tipo de trama son. ¿Por quién doblan las campanas?  Al otro lado del río y entre los árboles. El viejo y el mar. The old man de W. Faulkner y The secret sharer de Joseph Conrad.

b.4. Trama de degeneración. En este tipo de trama un personaje atractivo y ambicioso sufre una pérdida decisiva y cae en una completa desilusión. Entonces debe elegir entre recuperar el hilo de su vida y comenzar de nuevo o abandonar sus metas y sus ambiciones completamente; también puede darse la tercera opción de la indecisión como en El Inmoralista de Andre Gide cuyo personaje acaba entre ambas alternativas sin saber que hacer a continuación.
     En el caso en el que abandona estamos ante una trama de resignación. Ejemplos. El tío Vania. Hermosos y malditos. Suave es la noche. Muerte en Venecia.

  1. Tramas de pensamiento.

c.1. Trama educativa
c.2  Trama de revelación
c.3. Trama afectiva
c.4  Trama de desilusión


c.1. Trama educativa. Se trata de tramas que presentan un cambio de pensamiento y son un desarrollo reciente del arte, por lo cual hay pocas obras de este tipo. Implica un cambio de pensamiento a mejor en las concepciones, creencias y actitudes del protagonista. Se parece a la trama de maduración en que el pensamiento del protagonista no llega a demostrar o confirmar los efectos del cambio beneficioso en su comportamiento. Esta insuficiencia podría ser sofisticada o ingenua.
   En el caso de la trama sofisticada, el protagonista se desilusiona y se vuelve cínico o fatalista. “El agente confidencial” es un ejemplo.
   En la trama ingenua el protagonista no ha sido expuesto a las posibles alternativas. “La muerte de Ivan Ilich”.
   En este caso como lectores pasamos por un ciclo de temores superficiales y esperanzas profundas porque una persona interesante sufre una amenaza y renace, al final, en una especie de nueva integridad con un sensación final de alivio, satisfacción y placer.
   Ejemplos: Al faro. Guerra y paz. La roja insignia del coraje, Los muertos, de Joyce. The garden party, de Catherine Mansfield o Crimen y castigo.

c.2 Trama de revelación. Este tipo de trama depende de la ignorancia del protagonista acerca de los hechos esenciales de su situación. El problema no son sus creencias y actitudes sino su saber y el personaje debe descubrir la verdad antes de poder tomar una decisión. “”Bower the dog” de Roald Dahl.

c.3 Trama afectiva. En este caso se produce un cambio en la actitud y las creencias del protagonista pero no de tipo filosófico como en la trama educativa. En este caso se llega a ver las personas y las circunstancias bajo una luz distinta y más exacta, lo que implica un cambio en  los sentimientos. El descubrimiento puede ser placentero (Orgullo y prejuicio) o desagradable (El corazón de las tinieblas) y el protagonista acabará feliz y esperanzado en el primer caso o triste y resignado en el segundo y nuestras respuestas emocionales como lectores variarán de acuerdo con ello.
   Otro ejemplo es “La bestia en la jungla” de Henry james.

c.4 Trama de desilusión. En este caso un protagonista interesante se pone en marcha con una fe plena en unos ideales y luego de haber sufrido una pérdida, amenaza o desgracia, pierde su fe enteramente. Es el caso de El gran Gatsby, Una nubecilla de Joyce The sot-Weed Factor de John Barth.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Cuando oyes un cuento. Héctor D'Alessandro

Cuando oyes un cuento recuperas amigos que estaban escondidos en tu interior. Cuando oyes un cuento están sucediendo muchas más cosas que la mera escucha del contenido, en el mismo nivel neurológico estás volviendo a abrir las puertas a recursos que estaban en tí y estaban durmiendo. A veces un relato es mas eficaz que un beso, deja que esa parte de tí despierte, arriésgate a la aventura de sentir.
 El amor será al fin inevitable.
Héctor D'Alessandro 

Comparte, citando la fuente, todo aquello que te guste, recomienda estos contenidos, comunícate

Todos los derechos están protegidos mediante Safe Creative.

Excelencia creativa en Coaching para Escribir.

o al
2281 78 07 00 (de México)