Interior Bien Amueblado.
"Un día alguien me dijo algo con intención de ofenderme y lo disfrazó de bondad y cosa elevada diciendo que "desde el lugar donde estaba y desde el lugar desde el que en su interior más profundo me hablaba debía decirme que bla bla bla"
Lo escuché en calma y le contesté:
"Desde la última habitación de la casa de mi Ser, te Aviso.
Estoy Aquí Creativamente Ocupado, me encanta el sitio en que tú estás, continúa observando cómo luce el pomo de la puerta de entrada a la casa de mi Ser y hazlo cada vez desde un punto más y más lejano".
Héctor D'Alessandro
jueves, 29 de diciembre de 2011
Los que hacen aprendizajes en lugar de amar. Héctor d'Alessandro
Los que hacen aprendizajes en lugar de amar.
Héctor D'Alessandro
Tuve una novia y también estaba enamorado.
ella no me amaba, sólo "hacía un aprendizaje".
Fue así lo que me dijo y fue un gran aterrizaje
Su prima le preguntaba: "¿Que nota te han dado?"
¿Fuertes los exámenes? ¿Tendrás certificado?
Se mosqueaba. Su alma cargaba poco bagaje
en el arte de reír, y no quería fuerte oleaje
para escapar sin traba; quedé despedazado,
Expuesto y desnudo, como siempre había estado
El corazón en la mano: sólo luz y sombras.
Aprendí quién ama y quien habla con amor tarado
Mucha prueba, mucho espejo, y experiencias candado
para fingir la Vida pero seguir las sombras:
clave prefijada de un correcto resultado.
Niño oyendo cosas que no entiende. Aprendizaje I. Héctor D'Alessandro
Niño oyendo cosas que no entiende. Aprendizaje I.
Héctor D'Alessandro
Mi padre recibía uno y otro día a la hora de comer
esa acusación poco noble de "minettero",
"chupaconchas": un gran activo placentero
me parecía todo aquello en la cuenta del joder.
Mi madre lo miraba con una cara de temer
como si se tratara del sucio verdulero
que le vaciaba la plata de su monedero
trampeandola en el peso de las cosas de comer
Mi corazón de niño tomaba decisiones
conocer la vida, y no parar de comer coño,
alejarme de ellos, vivir miles de visiones.
Si "eso" los hace enojarse y andar dando tropezones
entonces, yo calculo, y nada tengo de ñoño,
que ha de ser mas rico que comerse unos melones.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
martes, 27 de diciembre de 2011
sábado, 24 de diciembre de 2011
Las Mujeres que hay en mí. Héctor D'Alessandro
Las mujeres que hay en mi.
Héctor D'Alessandro
Dos o tres mujeres me guardan cada mañana
un espacio para el despliegue de mi corazón.
Lo tengo ganado, no me piden una razón.
Suenan como una voz en el mar y en la montaña.
Me recuerdan si olvido con femeninas mañas
quién soy yo quien he sido y también cómo es mi son.
Desde otro mundo invisible cantan una canción.
Que me despierta y que mi camino desentraña.
Guiado voy entonces por mis sirenas ancestrales.
Cantan, yo las sigo. Ellas guían, yo camino.
Mi madre y mis abuelas son seres celestiales.
Hablan en mi cara desde el fondo de mi sino.
Pronuncian los misterios con voces estelares.
En mi sangre viven y también en mi destino.
Héctor D'Alessandro
Dos o tres mujeres me guardan cada mañana
un espacio para el despliegue de mi corazón.
Lo tengo ganado, no me piden una razón.
Suenan como una voz en el mar y en la montaña.
Me recuerdan si olvido con femeninas mañas
quién soy yo quien he sido y también cómo es mi son.
Desde otro mundo invisible cantan una canción.
Que me despierta y que mi camino desentraña.
Guiado voy entonces por mis sirenas ancestrales.
Cantan, yo las sigo. Ellas guían, yo camino.
Mi madre y mis abuelas son seres celestiales.
Hablan en mi cara desde el fondo de mi sino.
Pronuncian los misterios con voces estelares.
En mi sangre viven y también en mi destino.
lunes, 19 de diciembre de 2011
domingo, 18 de diciembre de 2011
La Supremacía de Uruguay. Elwyn B. White.
En 1933 apareció este relato de ciencia ficción que establece recursos que luego se utilizarían en peliculas como Mars attack o Independence day.
La supremacía de Uruguay. Elwyn B. White (1899 - 1985)
Quince años después de establecida la paz en Versalles, Uruguay entró en posesión de un fino secreto militar. Era un invento tan simple en sus efectos, tan barato en su construcción, que no cabía la menor duda que permitiría a Uruguay sojuzgar a todas las demás naciones de la Tierra. Naturalmente los dos o tres hombres de estado que sabían de él tuvieron visiones de grandeza; y aunque no había nada en la historia que indicara que un país grande fuera algo más feliz que uno pequeño, estaban muy ansiosos por llevarlo a cabo.
El inventor del dispositivo era un recepcionista de un hotel de Montevideo llamado Martín Casablanca. Había tenido la idea en cuestión durante la campaña de mayorazgo de 1933 en la ciudad de Nueva York, donde se encontraba atendiendo una convención realizada en un hotel.
Un atardecer de noviembre, poco antes de la elección, vagando por el distrito de Broadway llegó a toparse con un evento público. Una plataforma había sido erigida en la marquesina de uno de los teatros, y en un intervalo entre discursos un joven frío, envuelto en un abrigo, cantaba frente a un micrófono. "Gracias", cantaba sentimentalmente, "por todas las bellas delicias que he encontrado en tu abrazo..." La inflexión de las palabras de amor era la de una voz que murmura, pero el volumen del sonido amplificado era enorme; se transmitía por cuadras, en lo profundo de las filas del electorado.
El uruguayo hizo una pausa. No le eran desconocidas las delicias de un abrazo amoroso, pero en su experiencia habían sido de una intensidad menor, más íntima, concentrada. Este sonido relajado, público, tuvo un curioso efecto en él. "Y gracias por las inolvidables noches que nunca podré reemplazar..." El público se balanceaba junto a él.
En el resplandeciente rincón de la apiñada prensa de cuerpos, el retumbar dominante del cantante melódico lo chocó repentinamente y se tornó por unos segundos, como luego se diera cuenta, en un hombre loco. Las caras, las máscaras, el aire frío, las luces de los anuncios publicitarios, el ascendente vapor de la colosal taza de café A & P sobre la Calle 47, todo se agregaba a su encantamiento y su desequilibrio.
De todos modos, al partir y alejarse de Times Square y de los viscosos sonidos de ese gran abrazo de amor, éste era el pensamiento que habitaba su cabeza: ''Si me sacó de mis cabales oír un canturreo suave apenas amplificado, ¿qué no me podría hacer, escuchar un sonido mucho más alto y amplificado?''
El Sr. Casablanca se detuvo. "¡Buen Cristo!", se susurró a sí mismo; y su propio susurro lo aterrorizó, como si también hubiera sido amplificado.
Abandonando su convención, partió hacia Uruguay a la tarde siguiente. Diez meses después había perfeccionado y entregado a su gobierno una máquina de guerra única en la historia: un avión radio-controlado llevando un fonógrafo eléctrico con una bocina aerodinámica retractable.
Casablanca había encontrado al tenor más potente de Uruguay y grabado la estrofa que había oído en Times Square. "Gracias", gritaba el tenor, "por inolvidables noches que nunca podré reemplazar...". Casablanca se encargó de aumentarlo ciento cincuenta veces y manipuló la grabación de tal manera que repitiera la frase eternamente. Su teoría era que un escuadrón de aviones sin pilotar, esparciendo estos sonidos interminables sobre territorios extranjeros reduciría inmediatamente a la población a la locura. Luego Uruguay, sin prisa, podía enviar su armada, dominar a los idiotizados y anexionar las tierras. Era una perspectiva más que atractiva.
El mundo estaba siendo arrastrado en esos momentos a una fase nacionalista. Los increíbles cánceres de la Guerra Mundial habían sido olvidados, los armamentos eran reconstruídos, el odio y el miedo se asentaban en cada ciudadela. La Convención de Ginebra había sido prolongada, pero sólo a fuerza de mudar el centro del desarme a una ciudad amurallada en una isla neutral y separar a los delegados en los destructores preparados de sus respectivos países. El Congreso de los Estados Unidos se había apropiado otro ciento de millones de dólares para su programa naval; Alemania había expulsado a los judíos y remoldeado el acero de sus cascos en forma más firme; el mundo volvía a vivir el prólogo de 1914.
Uruguay aguardó hasta que creyó que el momento era justo, luego atacó. Sobre los plácidos hemisferios, a la noche, se apresuraron veloces y fulgurantes aeroplanos, y así cayó sobre todo el planeta, excepto Uruguay, un sonido cuyo igual no había sido oído jamás en tierra o mar.
El efecto fue tal cual había sido predicho por Casablanca. En cuarenta y ocho horas los pueblos estaban perdidamente locos, destrozados por un ruido inerradicable, oídos deshechos, mentes errantes. Ninguna defensa había sido posible, ya que al minuto en que alguien se ponía al alcance del sonido, perdía su cordura y, al estar ido, demostraba ser inútil militarmente.
Luego de haber pasado los aviones, la vida continuó en gran parte como antes, excepto por el hecho de que era más segura al haber desaparecido la cordura. Nadie podía oír nada, salvo el ruido en su propia cabeza.
En el momento preciso en que la población había sido alcanzada por el ruido, se habían sucedido algunos incidentes bastante divertidos. Una señora de West Philadelphia resultó estar hablando con su carnicero por teléfono. "Gracias", acababa de decir, "por aceptar la devolución de ese filete en mal estado ayer. Y gracias", agregó mientras el avión sobrevolaba, "por inolvidables noches que nunca podré reemplazar". Operadores de linotipo en sus talleres cortaron en medio de las oraciones, como el que se hallaba armando una historia sobre un almirante en San Pedro:
"Estoy tremendamente agradecido a todas las damas de San Pedro por la maravillosa hospitalidad que demostraron con los hombres de la flota durante nuestras recientes maniobras, y gracias por inolvidables noches que nunca podré reemplazar y gracias por inolvidables noches que nun..."
A toda apariencia la conquista de la Tierra por Uruguay era completa. Aún restaba, por supuesto, la ocupación formal por sus fuerzas armadas. Que sus tropas, en completa posesión de sus facultades, podían establecer su supremacía entre idiotas no se dudó ni un instante. Presumían que al no haber nada sino locura por combatir, la ocupación sería confortablemente estimulante y disfrutable. Suponían que sus locos enemigos harían algunas cosas bastante divertidas y pintorescas con sus acorazados y tanques, y luego se rendirían. Lo que fallaron en anticipar fue que sus enemigos, estando idos, no tenían intención de hacer la guerra en absoluto.
La ocupación resultó ser singularmente incruenta y poco vistosa. Por ejemplo, un destacamento de sus tropas aterrizó en Nueva York y se estableció en el edificio RKO, que se hallaba bastante vacío entonces, y no fueron más notorios en el pueblo que los Caballeros de Pythias (1). Uno de sus acorazados avanzó hacia Inglaterra y el oficial a cargo se enfureció tanto cuando ningún barco hostil salió a enfrentarlo que envió un radio-mensaje (que por supuesto nadie en Inglaterra escuchó): "¡Salgan, ratas cobardes!"
Fue la misma historia en todos lados. La supremacía de Uruguay nunca fue desafiada por sus tontos súbditos, y no fue casi advertida. Territorialmente su conquista fue magnífica; políticamente fue un fiasco. Los pueblos del mundo prestaron muy poca atención a los uruguayos y los uruguayos, por su parte, se hastiaron con muchos de sus dominados, en especial con los lituanos, a quienes no podían soportar. En todos lados seres locos vivían felizmente como niños, en sus cabezas el viejo refrán: "Y gracias por inolvidables noches...". Billones vivían satisfechos en un paraíso de tontos. La Tierra era generosa y había paz y plenitud. Uruguay contemplaba sus vastos dominios y veía como el suceso entero perdía autenticidad.
No fue hasta años después, cuando los descendientes de algunos de los primeros americanos idiotizados crecieron y recuperaron sus sentidos, que hubo un retorno generalizado de la cordura en el mundo; las fuerzas aéreas y terrestres restablecieron su poderío bélico, y se dio inicio a la vengativa lucha que con el tiempo involucró a todas las razas de la Tierra, arrasó Uruguay y destruyó la humanidad sin dejar rastros.
(1) - Orden fundada en 1864 para promover la amistad y la benevolencia entre los hombres.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
domingo, 11 de diciembre de 2011
sábado, 10 de diciembre de 2011
jueves, 8 de diciembre de 2011
sábado, 3 de diciembre de 2011
lunes, 28 de noviembre de 2011
domingo, 27 de noviembre de 2011
sábado, 26 de noviembre de 2011
La fiesta de Aguilera Garramuño. Sobre Historia de todas las cosas, novela de Marco Tulio Aguilera Garramuño
La fiesta de Aguilera Garramuño (Sobre Historia de todas las cosas, novela de Marco Tulio Aguilera Garramuño, coeditada por Trama Editorial de España y Ediciones de Educación y Cultura de México, en Agosto 2011)
Héctor D’Alessandro
Tras terminar Historia de todas las cosas, novela de Marco Tulio Aguilera Garramuño, hubiera querido exclamar como Gracián al leer a Marcial, que las Musas al acabar de leer su obra no pudieron poner “Finis”, sino “Fenix”, puesto que lo que deseé infinitamente fue que continuara la fiesta de la lectura. Este libro fue publicado cuando su autor, nacido en Bogotá, tenía 26 años de edad, nada menos que uno de los números de Dios. A Marco Tulio lo conocí hace casi un año en la república de Internet y en setiembre en persona en Barcelona. Un hombre tranquilo e inteligente con una mesurada y humorística distancia respecto de su estereofónica imagen a través de los medios; un hombre además generoso intelectualmente y entusiasta.
La biografía de esta novela me llevaría muchas cuartillas y recomiendo a los entusiastas que lean el libro de ensayosPoéticas y obsesiones, del mismo autor, donde narra la génesis de su novela. (“La novela: seda entre las manos”.)Breve historia de todas las cosas, que así se tituló esta obra en su primera edición de los años setenta, ha perdido aquello de breve que parecería irónico. La novela actual es enorme, gigante, grandota, mamotrética. Y sobre todo desfachatada y exuberante; que fueron los dos primeros adjetivos que me vinieron a las mientes nada más comenzar a leerla y continuaban acosándome muchas páginas más tarde. Pertenece a la tradición, por su prosa, de Cervantes y Quevedo, y por la exageración hiperbólica de los gestos y acciones de sus personajes, a la del doctor Rabelais.Como hablar sale gratis, algunos han dicho que se parece a Cien años de soledad, y es posible entender la razón de tal comparación, incluso decir, como se dijo, que era una parodia de aquella novela, y es cierto también que esta novela se parece a sí misma más que a otras, es única y original en tanto no se le puede comparar con ninguna otra novela que haya leído. El pueblo que le da contexto a la acción y cuya historia se narra a través de sus personajes que se antojan infinitos e inagotables, llamado San Isidro de El General de la Quebrada de los Chanchos, también llamado en la novela una suerte de “Aquítequedas” y “el culo del mundo”, es un pueblo realmente existente en la república de Costa Rica, de la cual Marco Tulio debe ser ya por lo menos ciudadano más que ilustre.
El sistema de comparaciones, alusiones e imaginería, que los franceses nos enseñaron a distinguir para desasnarnos acerca de la catadura del narrador, marca el mapa del territorio literario y es festivo y diferente y sobre todo lleno de alusiones cultas a la tradición literaria universal.
Hay una “mar océana” de comparaciones jocundas, vitales, preindustriales, pueblerinas y jugosas por todo el orbe de la novela, como puede haberlas en Cien años de soledad, sólo que en la obra de Gabo son solemnes, y en las de Marco Tulio, supremamente graciosas y felices: hay “un calor que multiplicaba la imagen” (¿cómo no lo va a haber?), hay la “pestilencia a orín de coneja en el sobaco del Vladimiro que alborotaba a las niñas”. Hay incluso la exageración de chiste de que algunas personas ante la duplicación de los objetos por el calor a cierta hora del día “no sabían por cuál puerta entrar en sus casas”, hay un violinista que asesina a todos los pájaros de alrededor con sus prácticas del instrumento musical, hay un negro que despierta de un sueño profético con un objeto en sus manos que lo conducirá a su propósito en esta vida, hay monjas de malos hábitos que salen volando y que parecen aletear con sus manos burlándose de la candidez de Remedios la bella, hay una especie de iluminado que hace cantar a la naturaleza vegetal y que habla con Dios como por teléfono, hay un tal Benjuil Mnemjián que haría palidecer al Blacamán de Gabo, hay compositores famosos que interpretan violines Peugeot y trompetistas que hacen sonar trompetas de oro que anuncian el nuevo mundo, hay gringos escapados de Viet Nam y gran cantidad de putas, unas muy sofisticadas (la “Sietecolores” y otras de una vulgaridad escalofriante, por ejemplo), hay prostíbulos de rubias auténticas y rubias falsas y hay prostíbulos de burras finas y muy educadas… y hay tantas cosas, personajes, situaciones, que uno no puede evitar pensar en el aleph de Borges, pero ampliado, hasta la respetable cantidad de 515 páginas. 515 páginas que se antojan breves. No sé quién dijo que las buenas novelas, cuando son largas, parecen breves. Y las malas novelas, cuando son breves, se hacen eternas. Todo lo anterior, ese maremágnum de situaciones y personajes bizarros y muy queribles, se encuentran en medio de un arbolado de alusiones a las más diversas tradiciones, que al lector culto le hacen disfrutar y relamerse: Pepe Kardon, el escéptico, un personaje, un vagazo que se la pasa en el parque, cuando acaba con algo, no es con cualquier cosa sino con “el porvenir de una ilusión”. Una cierta dama es, en alusión a la poemática homérica, la “de los pesados senos”. Hay un “desierto de amor y un marmuerto de poesía”. Y hay en todo esto un juego constante y sistemático que es lo más inteligente de la novela a mi entender: el modelo que escoge Marco Tulio para entroncar su novela con una tradición y el modelo que escoge para situar su territorio imaginario en una tradición imaginaria colectiva. El uso acertado de la alusión a las grandes obras de las tradiciones filosóficas Occidental y no Occidental para abaratarlas, para devolverlas a la tierra, al barro, revolcarlas un poquito entre el pueblo, demuestra que el propósito de esta novela no es un poco más de turismo folclórico en las vidas de unos seres extraños sino ir más allá e inscribir conscientemente a la novela en una tradición de la Gran Novela del Mundo. Y en este sentido ganó la partida. Joyce dijo que había escrito unas novelas fáciles para buscarse un sitio y una complicadísima para tener a los profesores y a la crítica ocupados durante centenares de años. Marco Tulio comenzó a la visconversa: hizo primero la obra difícil y luego las fáciles. Por eso García Márquez le profetizó que nunca volvería a escribir a este nivel. Y es justamente a esto donde nos lleva la novela: a un gran nivel.
Y el punto más alto de la misma es un aspecto que la emparenta con Guillermo Cabrera Infante de manera mucho más conexa que con cualquier otra tradición. Su deseo voluntario y llevado a cabo con éxito de jugar con las palabras y con las frases, sobre todo las frases hechas, esa especie de taras del lenguaje y conducirlas por el derrotero juguetón que a Marco Tulio le dio la gana.
Es esta una novela donde se inventan palabras todo el tiempo. Desde el bautismal “frenápteros” con el que se advoca a los seres de mente alada y los “frenólitos”, seres de pensamiento petrificado, hasta los “saúdes” seres hechos exclusivamente para el amor, pasando por un bestiario personal que conforma todo un nuevo universo personal, curiosamente al alcance de cualquier buen lector. Este eje conceptual estará en función mientras dura la novela. Milan Kundera, para crear personajes e ideas filosóficas que sustenten a sus narraciones busca en lo “denso” y lo “leve” en Nietzsche, Marco Tulio, como latinoamericano, lo inventa todo, incluso los conceptos desconocidos hasta ese momento en que sustentar su creación. Imagino a un personaje de su pueblo de novela, situado en un mundo circunferencial en el cual el culo está en todas partes y el ojete en ninguna, diciendo o declarando que “Aquí no necesitamos a ningún Nietzsche”. (Lo ven, ya se me contagió, esto es lo que pasa con las novelas oníricas, rimbombantes, espectaculares y lúdicas, que se le meten a uno entre las sinapsis como un virus y se ponen a andar solitas.)
Pero, ¡alto! Sigan porque hay mas invenciones, hay “trascendenteadicto”, hay “intelectontos”, hay una mujer “espectaculear”, un “latrocínico”, hay “intelectontos”, “nariztotélicos” y acontecimientos “tempestivos”.
Y no acaba ahí, va mucho más allá, porque entre otras joyas, hay también la destrucción calibrada del sinsentido común, puesto que hay un “vulgar hierro frustrado”, hay un “fructuosa mente”.
Y no acaba aquí la magia de esta extraordinaria novela inventada por un estudiante universitario porque se aburría en clase de filosofía, no les cuento más para que lo investiguen ustedes y disfruten como yo lo hice sorprendido.
El camino de la novela nunca es recto, está lleno de bifurcaciones sin jardín y con flora, que en el momento menos pensado alude a elementos que dejan de ser metafóricos y por obra del grande ingenio de Marco Tulio, pasan a ser “meta(ysaca) fóricos”.
Algo para leer y no dormir, para cultivar un buen y productivo insomnio, para quedarse asombrado como ese personaje medio nerudiano adaptado a la convivencia en San Isidro de los “grandes ojos fijos de pescado frito”.
Por último y para que no digan que no soy serio, Historia de todas las cosas a diferencia de Cien años de soledad, tiene una perspectiva o propósito moral radicalmente distinto: al acabar la novela uno se queda con un buen sabor de boca, no queda aquella sensación bíblica de condena del mito de García Márquez sino que abrimos la puerta a un mundo de esperanza, de belleza, de dificultades y, de un modo significativo, de colaboración entusiasta en la incompleta obra de Dios.
Héctor D'Alessandro. Escritor uruguayo residente en Barcelona, coach de Programación Neurolingüística
viernes, 25 de noviembre de 2011
miércoles, 23 de noviembre de 2011
martes, 22 de noviembre de 2011
lunes, 21 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
lunes, 14 de noviembre de 2011
Cárcel invisible. Héctor D'Alessandro
Una vez más y como en casi todo, lo que nos impide juzgar algo, en este caso que escojo, un texto literario, son justamente las creencias previas. La primera: que tenemos realmente que decir algo, la segunda: que ese algo puede ser dicho, la tercera: que ese algo lo dice alguien (algún centro activo dentro de nosotros mismos que nos pertenece), la cuarta: que vamos a conmocionar en algún sentido a la superficie del texto cuando en realidad lo más probable es que estemos rebotando con nuestras palabras sobre una superficie tramposa tendida por nuestra propia interpretación. Seguiré en otro momento, con esto alcanza para saber que hay presos que no saben que lo están.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
sábado, 12 de noviembre de 2011
Economía psíquica. Héctor D'Alessandro
"Lo más interesante de las personas que hacen cosas que luego las hacen sentir culpables,como ellos mismos declaran, es que ellos mismos se castigan y no andan buscándose a nadie para implicarlo en sus autoflagelaciones, son de lo más económico que hay en el mercado".
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
De parte del poeta. Héctor D'Alessandro
De parte del poeta.
A lo largo de mi vida, muchos crápulas me han amenazado de muerte, a ninguno denuncié puesto que no creía en sus capacidades para cumplir con la amenaza, en todos ví un veneno que en el momento de proferir las horripilantes palabras miserables, comenzaba a volverlos verdes, pequeños y un poco muertos en vida. Me dí cuenta que estaban inaugurando su temblor, su temblor personal, ese que les hace tener frío cuando no lo hace y miedos infundados. Ahí van, en el tembladeral de sus mentiras, agitados por unas aguas que ellos han movido y que se los está llevando para el otro barrio; estarán yéndose ya, estarán despidiéndose y verán mis ojos siempre neutros que para ellos serán un martillo de acusación.
Héctor D'Alessandro
A lo largo de mi vida, muchos crápulas me han amenazado de muerte, a ninguno denuncié puesto que no creía en sus capacidades para cumplir con la amenaza, en todos ví un veneno que en el momento de proferir las horripilantes palabras miserables, comenzaba a volverlos verdes, pequeños y un poco muertos en vida. Me dí cuenta que estaban inaugurando su temblor, su temblor personal, ese que les hace tener frío cuando no lo hace y miedos infundados. Ahí van, en el tembladeral de sus mentiras, agitados por unas aguas que ellos han movido y que se los está llevando para el otro barrio; estarán yéndose ya, estarán despidiéndose y verán mis ojos siempre neutros que para ellos serán un martillo de acusación.
Héctor D'Alessandro
El "fan" que no vino a matarme. Héctor D'Alessandro
Durante un tiempo de mi vida, tuve un conocido, ni amigo era, callado y sinuoso, asentidor a todo lo que dijera, se mostraba más amigo de mi novia que mío, y a mí ya me iba bien, puesto que así me evitaba un seguro pesado. El caso es que durante mas de un año frecuentó aquel tipo mi casa y lograba pasar desapercibido en medio del tráfago de gente que venia por distintos motivos. Cuando tiempo luego me mude, dejé de salir con mi novia y me entregué a los embriagadores sabores de la fama juvenil en un país que adora a los intelectuales, me vine a enterar que el tipo me seguía paso a paso e iba cambiando su vida en función de la mia. Se dejó el pelo del mismo largo que el mio. se compró las mismas chaquetas y las mismas botas, y cuando me hice famoso, me corté el pelo sin ningún motivo estratégico, y ya no estaba con mi novia él pensó que ahora era su momento para con ella; pero ahora él tenia una larga melena y yo una bocha pelada como un Buda. Me contó mi ex que le dio un ataque grande cuando ella le dijo que no quería salir con él, porque salir con ella de algún modo lo convertía en mi que es quien él quería ser, pero cuando yo me corté el pelo se sintió aún más defraudado. Yo sentí un cierto escalofrío al escuchar esa historia pero también me sentí más glorioso y hasta cierto punto como una estrella del rock. Claro que igual pensé que lo mismo que se sentía tan defraudado, esa misma frustración podía inducirlo a venir a matarme y eso me daría más fama si cabe, sin embargo eso no me gustaba tanto porque podía morir, aunque yo estaba seguro que si el lo intentaba seguramente fallaría y yo como era costumbre en mí saldría beneficiado.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
lunes, 7 de noviembre de 2011
Profundidad de las creencias. Héctor D'Alessandro
"El nivel de creencias llega incluso hasta el nombre que le damos a lo que pensamos que sentimos; si yo te pregunto a bocajarro qué sientes, de inmediato empezarás a buscar (y seguramente encontrarás) un nombre para eso que parece suceder y eso, que solo es una vibración de algún tipo, empieza a variar y a deformarse según el nombre que acabas de ponerle; comienzas a mentirte y comienzas a mentirle a tu entorno. ¿Te das cuenta de que cuando ríes y disfrutas con autenticidad ni siquiera hay un nombre para eso y si alguien te preguntara por el origen de tanta jocosidad y felicidad, no sabrías qué decir? ¿Te das cuenta de que lo mismo sucede cuando el dolor es auténtico? Sobran, en ese momento las palabras; es que las palabras sobran casi siempre. La falsa necesidad de "tener que utilizarlas" es la peor de las creencias, aunque se trate al tiempo de una creencia interesante".
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
sábado, 5 de noviembre de 2011
Lo que no puede ser pensado te deja en el mismo sitio. Héctor D'Alessandro
A poco de andar por el mundo uno se sorprende ante la capacidad de utilizar el sobreentendido (a veces en varios niveles simultáneos), la ironía y el sarcasmo por parte de esos habitantes de una sola nación convertida en dos estados por Inglaterra que constituyen los habitantes del río de la Plata; creo que en esa capacidad -que es un indicador- radica que nos pregunten con admiración acerca de nuestros sistemas educativos con frecuencia. La ironía y los otros procedimientos están considerados como procedimientos de los más elevados para considerar la inteligencia de una obra o del discurso de una persona; no es casual que el humor inglés esté basado en la ironía; el problema sin embargo de un uso a veces embriagador de estos procedimientos redunda en un alejamiento casi total de los propios deseos y los propios objetivos y de ahí se derivan a veces muchas situaciones sin salida, porque no pueden ser pensadas.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
viernes, 4 de noviembre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
Psicótico peligroso. Héctor D'Alessandro
Un amigo mío judío quería emigrar a Israel, no hacer el servicio militar y,además, que le pagaran el pasaje del avión, me pidió asesoramiento sobre qué decían los manuales de psicología para saber cómo hacerse el loco. Al fin se buscó la vida muy bien él solo, tuvo la suerte de que le hicieran el test de Roscharch, aquel test en el que ante unas manchas de tinta, el subordinado cliente debe declarar para ser declarado normal: veo un murciélago, veo un águila que vuela hacia mi y me va a atapar, veo una mariposa clavada con una alfiler, veo la capa de un bandido.
Mi amigo, algo fatigado de todas las pruebas que llevaba hechas, sintió que el demonio de la viveza criolla le dictaba las palabras adecuadas:
"Veo una mancha de tinta".
"¿Qué? ¡No! ¿Cómo que una mancha de tinta? Tiene que ver algo más.
"No, yo veo una mancha de tinta.
Probaron con todas las otras láminas del test de Roscharch y ante todas y cada una de éllas, mi amigo declaró: "Veo otra mancha de tinta".
Al fin, salió con un diagnóstico peliagudo de psicótico peligroso que de ningún modo podía portar armas y el estado israelí le pagó el pasaje de avión.
Héctor D'Alessandro
Mi amigo, algo fatigado de todas las pruebas que llevaba hechas, sintió que el demonio de la viveza criolla le dictaba las palabras adecuadas:
"Veo una mancha de tinta".
"¿Qué? ¡No! ¿Cómo que una mancha de tinta? Tiene que ver algo más.
"No, yo veo una mancha de tinta.
Probaron con todas las otras láminas del test de Roscharch y ante todas y cada una de éllas, mi amigo declaró: "Veo otra mancha de tinta".
Al fin, salió con un diagnóstico peliagudo de psicótico peligroso que de ningún modo podía portar armas y el estado israelí le pagó el pasaje de avión.
Héctor D'Alessandro
lunes, 24 de octubre de 2011
Esa cara que me mira es la mía. Héctor D'Alessandro
"Esa cara que me mira es la mía, y no puedo huir a otro puerto, a otro pensamiento que me convenza de que esa otra mirada de esa otra persona nueva que asoma por la esquina es ahora sí alguna diferente, no, sigue siendo la mía. Mira, entonces, todos los rostros como si fuera la primera o la última vez que los ves y no te engañes, no abras el paso a un pensamiento raquitico que ya no te convence, y haz el ejercicio, el único inevitable, de ver las caras y sentir aunque te complazca, y sentir por supuesto siempre que el veneno parezca recorrerte:esa mirada es la mía, que me está mirando desde otros ojos".
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
miércoles, 19 de octubre de 2011
domingo, 16 de octubre de 2011
sábado, 15 de octubre de 2011
Lenguaje Excelente para Profesionales I.Héctor D'Alessandro
Lenguaje Excelente para Profesionales I... por hectordalessandro
Este sábado 22 de octubre mini taller de 10 a 14 horas.
Llámame al 625 550 458
viernes, 14 de octubre de 2011
martes, 11 de octubre de 2011
Ya no puedes esconderte. Carlos Castaneda.
"La tristeza para los chamanes no es personal. Es una ola de energía que llega desde lo profundo del cosmos y golpea a los chamanes cuando están receptivos, cuando son como radios, capaces de atraer las ondas.
Los chamanes de tiempos antiguos creían que había tristeza en el universo, como una fuerza, una condición como la luz, como el intento, y esa fuerza perenne actúa, sobre todo en los chamanes porque no tienen escudos de defensa. Ya no pueden esconderse detrás de sus amigos o de sus distintas actividades. Ya no pueden esconderse detrás del amor o del odio, o la felicidad, o la desgracia. No pueden esconderse detrás de nada".
Carlos Castaneda
Los chamanes de tiempos antiguos creían que había tristeza en el universo, como una fuerza, una condición como la luz, como el intento, y esa fuerza perenne actúa, sobre todo en los chamanes porque no tienen escudos de defensa. Ya no pueden esconderse detrás de sus amigos o de sus distintas actividades. Ya no pueden esconderse detrás del amor o del odio, o la felicidad, o la desgracia. No pueden esconderse detrás de nada".
Carlos Castaneda
sábado, 8 de octubre de 2011
viernes, 7 de octubre de 2011
miércoles, 5 de octubre de 2011
lunes, 3 de octubre de 2011
Cambios. Héctor D'Alessandro
Una cliente dejó el cigarrillo y lo sustituyó por sexo oral, se mantuvo en su peso.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
domingo, 2 de octubre de 2011
Autoobservación. Héctor D'Alessandro
No puedo continuar contigo, me dijo una novia para dejarme, no puedo estar con alguien que posee una capacidad de autoobservación tan aguzada. Es demasiado para mí.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Creencia y cambio. Héctor D'Alessandro
I
Cuando alguien abandona una creencia - sea esta la que sea: soy un fracaso, soy la peor, no pudo conseguir lo que quiero-, debe disponer de otra de repuesto puesto que nadie deja un terreno cómodo donde se estuvo décadas por nada. Digamos que tiene que salirle a cuenta, tiene que ganar algo en terminos espirituales o de valores significativos para la persona, que le permita ver el cambio de creencia como algo posible.
II
Yo dejé de fumar una tarde sentado en una terraza de un bar al cobrar consciencia física de que fumar me traía recuerdos muy hermosos de mi padre muerto hacia veinte años, de pronto entendí que mi cuerpo y mi mente, en un accionar conjunto, parecían decir: si fumas papá estará aquí a tu lado. Entonces ví en mi mente el mar y pensé, cada vez que quiera sentir el antiguo amor de papá echaré una rosa al mar. Así sustituí un acto ritual por otro, y de modo inmediato perdió para mi el cigarrillo todo su encanto.
Héctor D'Alessandro
Cuando alguien abandona una creencia - sea esta la que sea: soy un fracaso, soy la peor, no pudo conseguir lo que quiero-, debe disponer de otra de repuesto puesto que nadie deja un terreno cómodo donde se estuvo décadas por nada. Digamos que tiene que salirle a cuenta, tiene que ganar algo en terminos espirituales o de valores significativos para la persona, que le permita ver el cambio de creencia como algo posible.
II
Yo dejé de fumar una tarde sentado en una terraza de un bar al cobrar consciencia física de que fumar me traía recuerdos muy hermosos de mi padre muerto hacia veinte años, de pronto entendí que mi cuerpo y mi mente, en un accionar conjunto, parecían decir: si fumas papá estará aquí a tu lado. Entonces ví en mi mente el mar y pensé, cada vez que quiera sentir el antiguo amor de papá echaré una rosa al mar. Así sustituí un acto ritual por otro, y de modo inmediato perdió para mi el cigarrillo todo su encanto.
Héctor D'Alessandro
Yo siempre vuelvo. Adolfo Dominguez Martinez.
"Yo siempre vuelvo al lugar de la ruptura para ver si aún continúo amando a mi antigua amada, vuelvo al mismo bar a la misma barra y pido el mismo café y me enciendo el mismo cigarro a ver si soy capaz de fumarlo y doy una calada y compruebo entonces que no, que lo nuestro ha terminado, que definitivamente he dejado de fumar".
Adolfo Dominguez Martinez, maestro de Rebirthing.
Adolfo Dominguez Martinez, maestro de Rebirthing.
viernes, 30 de septiembre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Entrevista con Roser Amills Bibiloni en La Vanguardia. Inspiración Digital.
Clicka encima de la imagen para acceder a la entrevista
en "Inspiración Digital" de Roser Amills Bibiloni
en "La Vanguardia"
lunes, 26 de septiembre de 2011
Vientre ausente. Héctor D'Alessandro
Salí de adolescente con una chica que un día me presentó a su hermana mayor y yo pensé: "esta no es la hermana, es la madre" y cuando estaba cerca de ellas, sentía sobre mis hombros la mirada acuchillante de su hermana. Un día, en su casa, mientras mi novia estudiaba, me puse a mirar el carnet de la mutualista de su mamá y descubrí que habiendo nacido mi novia en 1963, a su madre le había extirpado la matriz en 1957. ¿Cómo hizo tu mamá para concebirte? Este descubrimiento nos tuvo durante meses en una suerte de espera silenciosa, y un día quedó embarazada, yo no tenía dinero para un aborto, pero un cuñado suyo era hijo de un médico abortista famoso. Fui a ver a su cuñado para pedirle ayuda y me salió con una especie de moralina, sin sentirme ofendido en lo más mínimo jugué mis cartas. "No creo que tengan nada que decirme en esta familia acostumbrada a guardar secretos abortivos". ¿Qué quieres decir? Se lo expliqué, y a partir de aquel momento, esa familia empezó a desmoronarse un poco. Su hermana, puesta al descubierto, empezó a mirarme con cierto desprecio y odio. La verdad es que empezaban a llenarle la cabeza a mi novia con la peor de las versiones acerca de mi persona, y a mí no me venía mal, nunca fui hipócrita, nunca me mentí a mi mismo y he aceptado lo que sucede como un resultado en el cual a nadie puedo culpar sino que es "mi" resultado, pensé y sentí que aquella historia de amor había terminado. Recuerdo la noche que rompimos, ella se quedó llorando y yo me alejé caminando por una calle del Parque Batlle de la cual todo el mundo temía porque andaba suelto un violador procedente de un circo mexicano próximo que violaba enfermeras arrancándoles los pezones con una navaja. Yo tenía un amigo gay que había ido toda la vida conmigo al colegio que andaba esas noches por esa calle oscura, loco de ganas de que el violador aquel lo atacara, él era muy fuerte y confiaba en ser atacado sin resultado de daño. Esa noche lo ví allí dando su vuelta y yo me alejé triste porque ya no tenía novia y emocionado y extraño porque esa suerte de intuición pasmosa que había estado presente durante toda aquella relación me hablada de mi más secreta vocación.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
sábado, 24 de septiembre de 2011
Claves para la Libertad. Héctor D'Alessandro
Cierta vez leyendo a Padmsambhava leí que él se comunicaba a través de las montañas con sus otros maestros "como si se tratara de estaciones de transmisión de radio y que cuando recibía informaciones de ese modo experimentaba Unidad. Entonces, en el grupo de rebirthing creamos la siguiente afirmación: "Yo, fulanito o fulanita, experimento Unidad ahora, y al hacerlo entro en contacto con todas las otras mentes que vibran en la Unidad de modo tal que todos los cerebros resultan unidades de transmisión de mensajes que son útiles a la humanidad y a nosotros. Al hacerlo experimento unidad y recibo toda aquella información que yo quiera o me sea útil aqui y ahora". en pocas horas comenzamos a transmitirnos información entre nosotros de esta manera, empotrando el mensaje en el trabajo con la frase. De estas creamos hasta 58 altamente eficaces e hicimos un programa de afirmaciones completos "para salirse del tiempo" social y cronológico, de modo que desde 2001, algunas personas vivimos fuera del tiempo, un elemento común que pudimos constatar entre todos fue que todos los que han seguido el programa al pie de la letra, se conservan muy jóvenes y han ido ganando en libertad. Todo esto nació en un pequeño despacho de la calle Pelayo en el que disfrutamos muchísimo. Yo sé que ahora ya no necesito vivir en el tiempo social aunque pueda hablar de él.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
La hipnosis colectiva llamada lenguaje. Héctor D'Alessandro
Algo tan sencillo como despedirse de alguien con ese extraño y consabido saludo español de "¡Cuídate!", implica un grado de intromisión en la conciencia del otro que activa heridas antiquísimas. Luego la gente dice que vive "despierta", no sé a qué cosa le llaman despertar. En el cuídate hay varias suposiciones espúreas y dañinas. 1. Que tu sabes algo del otro que el otro no sabe: que debe cuidarse. Con lo cual te estas poniendo por encima de esa persona. 2. Que debe cuidarse, con lo cual de alguna manera estás manipulando, dominando e induciendo miedo. ¿De qué debo cuidarme? 3. Que el otro hasta ahora no sé cuida o al menos no tanto como debiera, esto además se enfatiza mucho en el tono. Con lo cual le haces creer que está haciendo algo mal. E invalidas su estilo de vida.
Siempre recuerdo la primera vez que una persona me lo dijo, la hice bajar del taxi donde acaba de subirse y le dije "Antes de irte explícame qué quieres decir con eso. Yo no necesito cuidarme de nada, ahora si tu sabes que deba cuidarme de algo que me amenace, explícamelo". Lo único que se le ocurrió fue decirme "Dios, cómo eres". "Soy una persona que se cuida mucho, sobre todo de las maldiciones lingüísticas que los semejantes nos echan a diario de modo inconsciente".
¿Aún pretenden creer que están en un mundo consciente y que están despiertos?
Un beso, en la boca.
Héctor D'Alessandro
Siempre recuerdo la primera vez que una persona me lo dijo, la hice bajar del taxi donde acaba de subirse y le dije "Antes de irte explícame qué quieres decir con eso. Yo no necesito cuidarme de nada, ahora si tu sabes que deba cuidarme de algo que me amenace, explícamelo". Lo único que se le ocurrió fue decirme "Dios, cómo eres". "Soy una persona que se cuida mucho, sobre todo de las maldiciones lingüísticas que los semejantes nos echan a diario de modo inconsciente".
¿Aún pretenden creer que están en un mundo consciente y que están despiertos?
Un beso, en la boca.
Héctor D'Alessandro
viernes, 23 de septiembre de 2011
Alergia del bosque. Héctor D'Alessandro
Una clienta que según sus palabras se había "encontrado no sabia cómo una alergia estacional" hacía 36 años y que pensó que con Pnl podíamos hacer algo le conté un cuento curativo de esos que tepierdes en lo verde del bosque y cuando vuelves a ver la luz del sol ha pasado tanto tiempo que hasta puede que haya cambiado de estación y todo y ocho minutos mas tarde "había perdido" según sus palabras a su alergia estacional y decía es que en un cierto momento durante la narración, la perdí literalmente y ya no la volví a encontrar. Yo desde luego que no la pienso ayudar a encontrarla.
Héctor D'Alessandro
Hay alguien más. Héctor D'Alessandro
Joanna fue una mujer que amé, la ame por muchos motivos y con un amor tierno e intenso. Ella tiene una nena y recuerdo el día que rebirther empedernido le pregunté cómo fue su embarazo y ella me contó que allá en Ecuador, en su casa, un día entró al baño y mientras estaba allí sentada, de pronto tuvo la impresionante sensación de que dentro del baño había alguien más, una presencia angelical y poderosa a a la vez. "Miré al techo como si un ser me fuera a hablar desde ahí y al mismo tiempo sentí un amor visceral que venía desde mi vientre y recuerdo que me dije: "aquí hay alguien más" y tocándome la barriga supe que mi niña ya estaba dentro de mi". Los análisis de días sucesivos confirmaron esto.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Húerfano. Héctor D'Alessandro
Durante años tuve un secretario árabe, era ademas mi buen amigo y me había escogido para que formara parte de su vida porque se enteró que yo era huérfano y según el Corán yo era una persona marcada para que alguien evolucione apoyándome. Cada día cuando ibamos juntos por las calles de BCN, él se paraba cada vez que pasaba algún niño menor de cuatro años. El Corán dice que los menores de esa edad son ángeles. Y él se detenía extasiado a contemplarlos y dar gracias a dios por poder contemplar tamaña maravilla. Luego me alcanzaba a la carrera y me decía "hoy tendremos un día maravilloso,como tu dices Héctor".
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Camins. Héctor D'Alessandro
yo iba por un buen camino,pero a mí nunca me gustaron durante mucho rato los caminos buenos y me pedí a mi mismo perderme, abandoné todo y me largué que es lo que hace la gente como yo, y empecé de nuevo porque según me decía a mí mismo tenía que estar en la barca y en medio del lago y pegarle un tiro al fondo de la barca para ver si era capaz de nadar. mis amigos que me conocen con amor saben por experiencia que a mi no se debe dejarme subir a las barcas porque les reviento el fondo para ver de qué somos capaces mientras nos hundimos. al final encontré un camino que no era bueno ni bien considerado pero era el mío y lo supe sin que nadie me lo dijera. cuando quieran navegar ya lo saben, yo conozco muchos naufragios y sigo aquí, cada vez más fuerte.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Las 18 horas 31 minutos. Héctor D'Alessandro
Hace años me enamoré de una compañera en un curso y ella estaba agobiada de ver mi cara de cordero apaleado y mis intentos, no quería nada conmigo y yo no quería verlo. Una noche empecé a soñar que teníamos hijos, parimos hijos durante 16 noches, y cuando los bebes nacían yo le decía en sueños: "mira amir, mira: son las 18 horas y 31 minutos" y le señalaba un reloj digital que había en la pared de la maternidad del sueño. Una mañana me llamó una antigua novia, habían pasado veinte años sin vernos. y me dijo que quería decirme algo, y ese algo era que ella había estado embarazada de mi y había abortado sin decírmelo nunca. Según su terapeuta, debía decírmelo porque de otro modo estaría bloqueando mi potencial paternidad. Después de ese suceso, empecé a conocer mujeres que sólo querían tener hijos conmigo.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Dostoyevskiana. Héctor D'Alessandro
Un vez me dio un dolor de muelas y yo teniendo dinero para ir al dentista postergué sin embargo la visita durante un año, tomaba cada dia calmantes y antibióticos y a veces me desmayaba de dolor, y solía llevar 3 mil euros en el bolsillo como cantidad habitual, ir al dentista salia solo 60 € pero yo no iba. Así hasta que un día algo cambio en mi, resultado de infinitos y constantes trabajos físicos y espirituales. Bajé una mañana del piso comencé a caminar por las calles y al primer dentista que vi lo convertí ya en mi dentista habitual hasta el día de hoy. Terminé con una relación y me juré que nunca más me ocultaría mis emociones. Ese día salió el sol para mi y comenzó con ese simple hecho una nueva vida.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Llega la justicia .Héctor D'Alessandro.
El sábado pude al fin contarme a mi mismo con calma unos hechos que me sucedieron don un socio en 1999, me había quedado con ganas de cantarle las cuarenta. el sábado lo escribí y lo subí a internet,esa tarde me encontré a mi ex socio después de doce años en el metro y le pude decir todo lo que quería decirle, la justicia siempre ha llegado para mi.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Despedida. Héctor D'Alessandro
Una de mis mejores amigas murió y yo no estaba, me desperté agitado y sudando en pleno invierno y sentía como si un gas se escapara de mi pecho y ella se alejaba y me decía con un encogimiento de hombros que ya estaba que se iba que ya estaba,entonces yo me levanté y llamé al médico con el cual yo trabajaba en aquella época como asistente y aprendiz suyo y le conté el sueño. Él me dijo: "se ha despedido, seguro que ya se fue. ha venido a despedirse".
cuando colgué el teléfono sonó el timbre y vinieron a decir que habia muerto a la hora que yo soñaba.
Héctor D'Alessandro
cuando colgué el teléfono sonó el timbre y vinieron a decir que habia muerto a la hora que yo soñaba.
Héctor D'Alessandro
Los hechos importantes. Héctor D'Alessandro
Muchos de los hechos importantes de mi vida los conocí mucho tiempo antes,supe en concreto día y hora y lugar donde sucedería eso que iba a suceder y hay muchos testigos de ellos que me permiten afirmarlo. Siempre fue así, y me ha gustado,he obtenido un gran descanso de ello, una capacidad de confiar más que humana.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Llamadas inesperadas. Héctor D'Alessandro
Una vez me llamó una mujer por telefono y me dijo que tenia un mensaje para mi, que cerrara los ojos y me centrara, y yo lo hice, y ella me dijo dónde estás, y yo "en una cueva" sí dije yo y hay mucha gente aquí, estamos en una rueda, tengo gente a mi lado somos un círculo de brujos y estoy de la mano de dos personas a quienes no les veo el rostro. ella dijo: mira a la izquierda, y yo lo hice y me encontré con una mujer pelirroja bastante fea que me aterrorizaba. Entonces la mujer del telefono me dijo: "esta pelirroja tan fea soy yo, hector, y tengo un mensaje para tí: has sido un mago herborista en el pasado,venias de flandes y te llamabas Roberto y moriste en una quema de brujos en el monte Amboto por eso has venido a España". Esa tarde vino una amiga con una historia de la brujeria que tomo de una biblioteca y constató la existencia de aquel mago.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Esa frase habitual. Héctor D'Alessandro
Un día se hizo habitual para mí escuchar la frase. "Tú un día me dijiste algo que me cambió la vida". Y las primeras veces sentí una emoción que me gustó mucho porque me reconcilió conmigo y con la vida y supe que hacía algo con sentido, y que lo hacía desde niño, sólo que ahora me daba cuenta.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Vencer a la muerte. Héctor D'Alessandro
¿Nunca han salido a toda velocidad por el arcén de la carretara con el coche dando vueltas y han aterrizado en un lago y en medio de todo el torbellino se han dado cuenta de que aún no había llegado la hora? Yo sí, fue tan estimulante que se lo contaba a todo el mundo y una noche que volvía a casa en coche con un amigo y mi novia se lo contaba a él, pero él no me creía, entonces yo, que tenia 25 años menos le dije ahora lo creerás y giré totalmente el volante de tal modo que quedamos casi ruedas para arriba en plena avenida Agraciada de Montevideo, mi amigo y mi novia con un susto fenomenal y yo les gritaba en medio de todo esto "no nos toca, no nos toca". ¿Sedieron cuenta mientras girabamos que aun no nos tocaba? Pero ellos no podía oirme, se bajaron del coche, exhaustos de miedo, lo cerraron y se alejaron caminando mientras repetian azorados "está totalmente loco".
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
miércoles, 21 de septiembre de 2011
miércoles, 14 de septiembre de 2011
martes, 13 de septiembre de 2011
domingo, 11 de septiembre de 2011
lunes, 5 de septiembre de 2011
domingo, 4 de septiembre de 2011
Sueño con vaginas. Héctor D'Alessandro
La otra noche soñé que tenía dos corazones, y los oía latir. En el sueño tenía una compañera hermosísima que tenía cuatro tetas y dos vaginas. Lo encontraba de lo más natural y nos restregábamos el uno contra el otro con la misma furia por fundirnos con que lo haríamos con menos pechos, menos latidos y menos orificios. Cuando desperté tenía la sensación intensa de estar enamorado de esa mujer.
Héctor D'Alessandro
Héctor D'Alessandro
Ataduras. Héctor D'Alessandro
Ni tu amor, ni tus celos, ni tus palabras me atan
ya,
ni los cordones de los zapatos.
Héctor D'Alessandro
El pago diferido. Héctor D'Alessandro
Cierta vez vino a verme un hombre al que le faltaban dos dedos, esto fue lo primero que ví, porque nada más entrar en la consulta empezó a agitar las manos y a mostrarlas como si quisiera decirme que las tenía limpias. Al hablar decía "vamos a ver si podemos librarnos de toda esta angustia y ser felices de una vez".
Le pregunté a quiénes se refería cuando decía "nosotros", y él se abocó a una indagación extensa y profunda, hasta que dijo: "supongo que es una expresión habitual que uso sin darme cuenta y que viene seguro de mi familia".
Bien, pero aquí está sólo usted, ¿de acuerdo?
Sí.
¿Qué le pasó en las manos?
Detuvo repentinamente el movimiento se quedó absorto mirándose las manos como si fuera la primera vez que las veía en la vida y con la boca abierta se miraba las plamas y a mi, a las palmas y a mi.
Algo se había conectado en su cerebro, porque su respueta fue: "usted es muy bueno".
¿Qué le pasó en las manos?
El hombre estaba en silencio.
Así permaneció un tiempo muy, muy largo.
Bueno, lo preguntaré de otro modo: ¿Qué os pasó en las manos?
Él se llevó las manos a la cara y comenzó a llorar.
¿Qué está pasando? le pegunté.
El hombre dijo: "He pagado con mis dedos un robo que hizo mi familia. Estoy pagando la culpa. Ahora lo veo claro. Ellos robaron algo muy importante y gracias a eso yo pude vivir tranquilo hasta ser adulto. nunca lo había visto tan claro como en este momento".
Y usted ¿cómo se encuentra ahora?
Liberado.
Y eso está bien para usted.
Y tanto que está bien, ya estaba con el miedo a perder pronto un nuevo dedo. Era como si se acercara la fecha. Es que los pierdo en accidentes pero la sensación que tengo es la de que lo hago a propósito.
La experiencia del fin de algo. Héctor D'Alessandro
Durante unos cuatro años trabajé en áreas sociales, enfocando desde varias disciplinas: hacía investigación social, recopilación de historias, reconstrucción de historias de vida, construcción de narraciones y ensayos que hacían de alguna manera una cierta propedéutica y proponían alternativas cada vez más desencantadas.
Cierto día me dije a mí mismo que no podía continuar dado que veía que que la especialización en un área problemática implicaba en buena medida mantener el problema bien vivo y regarlo cada día para tener de dónde recursos económicos.
Así desilusionado como estaba, me levanté del escritorio en que estaba trabajando y salí a la calle y continué caminando y nunca volví a las ciencias sociales; me regía a rajatabla por aquello de que si los resultados de mi propia indagación me conducen a demoler mis propias estructuras mentales, no me voy a detener. Y no lo hice.
Héctor D'Alessandro
sábado, 3 de septiembre de 2011
viernes, 2 de septiembre de 2011
Ir más allá, mucho más allá. Héctor D'Alessandro
Cuando trabajas con un cliente sabes que estás haciendo una alianza. Una alianza tan poderosa como cualquier otro contrato: de matrimonio, laboral o societal, pongamos por caso. Lo que en este como en cualquier otro debemos realmente "percibir" con mucha consciencia. Fíjense que Watzlawick y Nardone llegaron a cifrar hasta cuatro tipos de cliente desde el punto de vista de la colaboración, elemento central de una alianza.
1. Es la persona colaboradora. Desde el comienzo, dicen esos autores, no es antagonista. No invalida el proceso. Está altamente motivada para cambiar. Y posee recursos cognitivos para superar su situación.
2. Son aquellas personas que quisieran colaborar pero son incapaces de hacerlo. suelen ser personas que están muy motivadas para cambiar y les resulta totalmente imposible poner en práctica las recomendaciones para hacerlo. Están atrapadas en una rígida percepción de la realidad. Ellas mismas consideran que deberían hacer ese cambio que tanto quieren.
3. Personas no colaboradoras y abiertamente opuestas. Son clientes que invalidan el proceso. Protestan. Y dejan de seguir deliberadamente nuestras instrucciones.
4. Personas que no son capaces de colaborar ni de oponerse. Son personas cuya "narrativa" personal está totalmente fuera de cualquier sentido razonable de la realidad.
En todos los casos y partiendo de la base de que el paso inicial de concurrir a consultarte lo ha dado el cliente, ésta es la realidad y con eso se trabaja obteniendo resultados exitosos con todos los tipos de clientes.
Si quienes hacemos coaching partimos así hacia la realidad de una alianza, la conciencia debería entrar ya en otros ámbitos de la vida donde vamos como si todavía fuéramos maquinitas newtonianas con horarios y comportamientos fijos.
En ésta como en tantas otras áreas vitales, hay que ir más allá. Y un coach debe ser el ejemplo, como en su dia los fueron los lideres de los coven druídicos, de que ha ido más allá.
Héctor D'Alessandro
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