"Esa cara que me mira es la mía, y no puedo huir a otro puerto, a otro pensamiento que me convenza de que esa otra mirada de esa otra persona nueva que asoma por la esquina es ahora sí alguna diferente, no, sigue siendo la mía. Mira, entonces, todos los rostros como si fuera la primera o la última vez que los ves y no te engañes, no abras el paso a un pensamiento raquitico que ya no te convence, y haz el ejercicio, el único inevitable, de ver las caras y sentir aunque te complazca, y sentir por supuesto siempre que el veneno parezca recorrerte:esa mirada es la mía, que me está mirando desde otros ojos".
Héctor D'Alessandro
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