De parte del poeta.
A lo largo de mi vida, muchos crápulas me han amenazado de muerte, a ninguno denuncié puesto que no creía en sus capacidades para cumplir con la amenaza, en todos ví un veneno que en el momento de proferir las horripilantes palabras miserables, comenzaba a volverlos verdes, pequeños y un poco muertos en vida. Me dí cuenta que estaban inaugurando su temblor, su temblor personal, ese que les hace tener frío cuando no lo hace y miedos infundados. Ahí van, en el tembladeral de sus mentiras, agitados por unas aguas que ellos han movido y que se los está llevando para el otro barrio; estarán yéndose ya, estarán despidiéndose y verán mis ojos siempre neutros que para ellos serán un martillo de acusación.
Héctor D'Alessandro
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