jueves, 19 de junio de 2008

La chica que volvió de la muerte para ir a bailar. Leyenda urbana. Héctor D’Alessandro

La chica que volvió de la muerte para ir a bailar. Leyenda urbana. Héctor D’Alessandro
Para Rafael Bayce, el maestro más extraordinario que he conocido.


En 1983 volví a narrar, como si se tratara de un común hecho natural, aquella narración tan conocida que escuché en diversas versiones a todo tipo de personas: compañeros de clase del colegio, del liceo, del bachillerato y de la facultad, personas conocidas en reuniones sociales más y menos informales, en todos los sitios volví a escuchar esa historia.
Luego se la escuché a una amiga que volvía de vivir tres años en Venezuela.
Entonces comencé a averiguar dónde mas se conocía, me movía, en aquella época por carta y a través de llamadas telefónicas. Logré ubicar la historia en Montevideo, Buenos Aires, Roma, Paris, Barcelona, Madrid, Lisboa, Caracas, Porto Alegre y un número indeterminado más de ciudades, casi todas occidentales. No puedo saber si esta leyenda existe en otros ámbitos y ahora ya es tarde para que me preocupe la investigación, me alcanza con estas confirmaciones para constatar una interesante regularidad.
Es la historia del hombre que conoce a una chica que levanta en la carretera haciendo autoestop (a veces en una fiesta o en una discoteca) pasan una noche "fenomenal", él tiene interés en continuar viéndola y aprovecha la circunstancia de que ella ha dejado en su coche un chal o un foulard o algún otro objeto que él pueda alcanzarle a su casa y que nunca es un zapato.
El tiene la dirección; ella se la ha dado.
El hombre va a aquella dirección y al llamar a la puerta sale una señora que reconoce el foulard como propiedad de su hija, que responde a la descripción que da el azorado caballero pero lamentablemente confirma que su hija murió hace cinco o diez años.
En el otro final, más macabro, la dirección coincide con la puerta de un cementerio, pero el hombre picado por la curiosidad entra y se le ocurre comprobar el número de piso o apartamento o planta que la chica le dio y acaba constatando que aquella cifra se corresponde con el número del nicho o tumba en que la chica, muerta hace años, se encuentra enterrada.
Un detalle adicional interesante es que cuando la chica sube al coche, en el caso de que se trate de un espectro que hace autoestop, he comprobado que el lugar siempre coincide con zonas de transito dificultoso, curvas cerradas, preferentemente neblinosas en invierno. Y con nombres calamitosos en algunos casos. “La curva de la muerte” en Montevideo. A las afueras de las ciudades casi siempre. A la salida en Caracas, en la curva de la Rabassada en Barcelona. También se trata de sitios donde ha habido muchos accidentes de tráfico. En concreto en Sao Paulo, se trata de una autopista donde no se puede frenar durante dos horas sin riesgo de provocar un accidente múltiple.
Ya lo sabe, si conduce no levante chicas vaporosas o fantasmagóricas a las afueras de las urbes.

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2 comentarios:

Ana G. dijo...

Buenos días, Héctor. Como sabés he vuelto al mundo de los vivos y leo tu blog cada mañana. Gracias por tus palabras y que cumplas muchas más.

Héctor D'Alessandro dijo...

Gracias, eres una maravilla o una maravillo, no lo sé. h.d.

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