martes, 10 de junio de 2008

Homero, poeta total. Héctor D’Alessandro

Homero, poeta total. Héctor D’Alessandro

Sí, sí, piensa el delicado poeta moderno, criado con margarina y suaves bebidas descafeinadas, lo de que “las tinieblas lo cegaron” es un algodón verbal homérico para el respetable momento de la agonía; y queda muy bien al decirlo.
Pero luego continúa leyendo, ¡vaya! Y tropieza con que Antíloco le embutió la broncínea lanza a un guerrero enemigo más o menos a la altura de la frente y atravesándole el hueso (mientras las tinieblas le cubrían)lo hizo caer como a una torre, y la piel se le pone de gallina.
Claro.
Luego sigue con aquello de que Agenor hiere a otro en el lado y le deja sin vigor los miembros y el delicado poeta siente que la sangre se le va del cuerpo y piensa que este Homero era algo bestia. Pero continúa, para enterarse de que Ayax mata a un joven guerrero (que aún no le había pagado y ya no pagaría la crianza a sus padres) y le ensarta una lanza por la tetilla derecha sacándosela por la espalda.
Entonces, el poeta se dice que tiene que llegar a un pensamiento que represente a una suerte de solución de compromiso entre el delicado decir primero del poeta ciego y estas escenas tan duras y el caso es que se le ocurre pensar que Homero era humano, muy humano y que, como si fuera una cantante moderna autónoma, tanto te componía una balada que te freía un huevo, y de ahí aquello de que en la feria de la guerra unos mueren con poesía y otros con rudeza y ambos forman parte de la misma cosa.

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