miércoles, 11 de junio de 2008

A la deriva. Horacio Quiroga. Comentario e ideas. Héctor D'Alessandro

A la deriva, Horacio Quiroga. Comentarios e ideas. Héctor D'Alessandro


(Reflexiones sueltas acerca de una obra maestra de poco mas de tres folios.El relato puede ser leído en este mismo blog.)

Trama del cuento: Un hombre pisa una serpiente y esta lo muerde. El busca la manera de vivir pero muere. Se narra su lucha por sobrevivir y su agonía en medio de una naturaleza descomunal.

Estructuralmente, posee tres momentos bien definidos. Primero, secuencia de escenas desde el momento en que la serpiente pica al protagonista hasta que vuelve a embarcarse en la canoa y se lanza nuevamente al río, ahora sí, “a la deriva”. Segundo momento, pausa elíptica en la que se describe el río. Tercer momento, retorno a la escenificación, ahora focalizado el narrador en la conciencia agonizante del protagonista.

¿Qué sensación transmite el cuento? Aparte la inmediatez con que se suceden los hechos externos: picadura, reacción al ser atacado, sus intentos y diferentes desplazamientos externos para buscar ayuda, hay un nivel interno que se va filtrando en el cuento de a poco y es una serie de sentimientos, rebeldía ante la muerte, reacción y búsqueda con la que empatizamos, pero luego empieza a predominar una suave tristeza lúgubre y una aceptación involuntaria o inconsciente. Los hechos externos, las acciones físicas, están narradas en pretérito perfecto y la lenta agonía que comienza apoderándose de su pierna y acaba dueña de toda su conciencia, predominantemente en pretérito imperfecto, aunque se utilizan otros modos. El hombre muere pero no sabe que muere; cree que está sanando. El paisaje inmenso –que seguirá siendo inmenso sin él– se erige como un coro mineral que le acompaña en su viaje definitivo.

De la urgencia inicial todo va hacia un serenamiento final.

Está muriendo pero intenta que un hombre -el compadre Alves- cancele la antigua enemistad y le ayude.

Es su último intento voluntario.

El cambio de estado interno del hombre así como de la situación está dado por el cambio en el sujeto de una frase en concreto.

“El hombre tuvo valor aún para llegar hasta su canoa, y la corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó velozmente a la deriva”.

El protagonismo pasa del hombre que tuvo valor para llegar hasta su canoa a la corriente que la coge y se la lleva velozmente a la deriva. Aquí, en este momento, se produce una de las claves significativas del relato. Tanto es así que es el único lugar donde se sitúa el propio título del relato. A la deriva.

Luego de este hábil pasamanos viene el núcleo icónico del cuento: la imagen central, que es asimismo y esto lo convierte en una obra maestra, una de las más conmovedoras descripciones de un río literario, su capacidad de fijarse en la retina del lector es pasmosa y la carga de significados que posee en el contexto de este relato es riquísima.

“El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes, altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas bordeadas de negros bloques de basalto, asciende el bosque, negro también. Adelante, a los costados, atrás, siempre la eterna muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo y reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y calma cobra una majestad única.

“El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo una violento escalofrío.”

A partir de este momento comienza la muerte inconsciente del hombre y Quiroga narra la muerte del hombre, alternando el discurso directo y el indirecto libres.

“El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no tenía fuerzas...”

El relato posterior muestra la deriva de su mente mientras muere.

Quedarán para la posteridad dos certificaciones adicionales. Los actuales profesionales de la agonía, serios estudiosos occidentales como Elizabeth Kübler Ross y milenarios conocedores como el maestro Sogyal Rympoché confirman que se muere de este modo y las etapas mentales -con independencia de las circunstancias concretas- se dan de la manera en que Quiroga las narra. El escritor a veces trabaja con símbolos que le sobrepasan, por ello cuando se escribe se está en otros mundo donde uno no diría que ha estado cuando vuelve a este lado tan lleno de luz y de coches en demasía.

Posdata. Una curiosidad del adolescente que fui. Cuando iba al colegio recuerdo que dos por tres algún compañero o compañera te hacía uno de esos llamados “test de personalidad”, en los cuales se te mencionaban una serie de imágenes que Jung llamaría arquetípicas y tu decías lo primero que te venía a la mente. Luego te explicaban cuales eran tus pensamientos inconscientes acerca de algunos elementos fundamentales de la vida. Recuerdo que los elementos eran cuatro pero tres de ellos están presentes en la descripción que Quiroga hace de la corriente del Paraná. El mar o el río que para nosotros en el Plata es lo mismo, el bosque y el muro. No diré a qué correspondía cada elemento.





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