Nombres y destinos. Héctor D’Alessandro
Tideo era un héroe de esos que se enfrenta igual a cien contrincantes y los va despachando como si fueran mosquitos a castañazo limpio de uno en uno. Un hombre de temer. Tanto que los cadmeos, quienes, a falta de otra cosa que hacer, se especializaban en aguijonear caballos, calcularon que para vencer al tal Tideo necesitaban al menos cincuenta guerreros bien adiestrados. De ser posible, jóvenes. Y así fue que enviaron una comitiva de punición contra nuestro héroe feroz. Al mando iban Polifonte, intrépido, y Meón Hermónida, parecido a un inmortal, que no quiere decir que lo sea, pero para al caso es lo mismo, porque no se sabe bien qué asunto se traían entre mano los dioses que le dijeron a Tideo que podía hacer y disponer a voluntad con la vida y muerte de los otros cuarenta y nueve guerreros, pero que dejara vivo al que parecía un inmortal.
Supongo que cuando Meón ve que Tideo se aleja perdonándole la vida luego de armar una masacre sonada, no tuvo tiempo de pensar que los dioses tenían algo que ver con su suerte, mas bien creo que del susto, hizo honor a su nombre de pie, sin moverse, entre los brezos y matojos que por allí habría.
Episteme: D'Alessandro, Homero, Ilíada, Psicocuantico, Literatura liquida
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