viernes, 5 de agosto de 2011

Tractatus Mate-Philosophicus. Héctor D'Alessandro

Tractatus Mate-Philosophicus.
I
Tambien se toma mate en Libano y en Siria, de hecho yo tengo un amigo sirio que hizo el servicio militar en Siria durante diez años (sic) y se pasó todo ese tiempo bajo tierra observando una pantalla antiaérea tomando mate. Lo que no sé es si ellos llevaron el mate al volver en los setenta, luego de haber emigrado o ya lo tomaban con anterioridad. Y lo llaman "matte".
Lo que a mi amigo le quedó es la costumbre de andar bajo tierra, porque en Barcelona siempre ha trabajado en un puesto de venta de caramelos en una estación del metro de la ciudad.

II
En las zonas de América donde se toma mate caliente se suele decir que si lo toman frío les dará diarrea, y si lo toman, les viene diarrea. En las zonas donde se toma frío ("tereré") dicen que si lo beben caliente les da diarrea, y si lo hacen, eso es lo que les sucede.

III
Durante un tiempo realicé vibrantes conferencias acerca de las costumbres uruguayas en diferentes organizaciones barceloninas que podían pagarme por ello. Un chica uruguaya de izquierda ultrarradical, hija de una militar ultraderechista del uruguay de la dictadura, me calentaba elagua y preparaba una empanadas fenomenales; y yo enviciaba a los catalanes con ésta amarga bebida. De hecho, el discurso mas o menos antropológico con que exornaba mis presentaciones contribuía a incrementar un interés que no taradaba en convertirse en hábito. De hecho, un dia, un chico catalán muy simpatico, que conocía más de cinco países por haberlos visitado, me gritó asomándose por la puerta abierta de su vagón del metro, los cual es muy vitalista y muy poco catalán, y tronante me comunicó que: "¡Sigo tomando mate!"
   Esta, creo que fue mi mayor contribución a la expansión de la cultura filosofal del mate y todo aquello que le sirve de cálido entorno. Después me cansé de esta actividad y por un tiempo decidí que mejor no hablar de lo que no se puede hablar y esperé con ese modo taoísta que tienen los uruguayos, algo que yo no sabía que poseía hasta noverme lejos de casa y darme cuenta cómo las costumbres del país venían escondidas en mis células, así, como de contrabando.

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