Durante años, hablé muchas horas por teléfono al día, asesorando y guiando personas. Este conocimiento a través del oído se desarrolló tanto en mí que, muchas veces, para entender lo que alguien realmente me quiere decir, tengo que cerrar los ojos y no mirarle para que no me confunda con sus gestos. Mi oído capta matices imperceptibles.
Héctor D'Alessandro
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