Un día estaba comiendo con una empresaria y de pronto me di cuenta que hacía algo extraño. Tenía el plato de comida delante suyo, humeante, tenía hambre, sus glándulas salivales por momentos le impedían hasta hablar, su olfato trabajaba a mil por hora, miraba el plato de reojo y a mi, y no comía. Seguía hablando conmigo.
Yo pensé algo así como: esta mujer tiene hambre y sin embargo sigue hablando. Tendrá algún motivo. Si quiere decirmelo ya me lo dirá y si me interesa ya le preguntaré.
Unos minutos más tarde el camarero trajo miplato y ella soltó unas palabras incomprensibles y se lanzó sobre su comida de una manera que parecía que iba a desaparecer dentro del plato.
Esto me dejó asombrado y en silencio. Entonces, de pronto un rayo de comprensión atravesó mi cerebro.
Esta mujer estaba respetando una norma social que dice que no se debe comer hasta que el otro comensal empiece.
Y yo sólo estaba percibiendo lo que sucedía. Tuve la fuerte y conmocionante sensación en todo el cuerpo de que era la primera vez en mi vida que estaba observando lo que realmente sucedía y no cualquier otra interpretación, pensamiento o creencia que en ese instante anduviera volando a través de mi cerebro.
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