lunes, 1 de agosto de 2011

Esa emoción me está llegando desde el fondo de la galaxia y más allá. Héctor D'Alessandro

En 2004 pude al fin vivir solo, Al fin porque previamente me lo decía, sólo me lo decía; en los hechos continuaba alentando la fantasía de que vivir en pareja era fenomenal o de que vivir una alocada vida de soltero en la cual entraban a mi casa hasta dieciocho personas diferentes a diario y muchas de ellas se quedaban incluso a dormir era estupendo. Al fin un hecho vino a alentarme en mi decisión, un hecho al parecer externo, como suelen parecerlo todos aunque el corazón de la interpretación de ese hecho, ese significado único en torno al cual tejemos nuestras decisiones supuestamente a aprtir del hecho, no anida en el hecho mismo.
   El caso es que en enero me fui a vivir solo a un lugar que me permitía una vida en el centro de la ciudad con una apariencia de normalidad y al mismo tiempo podía realizar mi trabajo secreto.
   Leí este párrafo letal para mis percepciones y letal para cualquier inercia que aún quedara en mi. 
   "La tristeza parao los chamanes no es personal -dijo don Juan (...) No es en realidad tristeza. Es una ola de energía que llega desde lo profundo del cosmos y golpea a los chamanes cuando están receptivos, cuando son como radios, capaces de atraer las ondas. 
  (los chamanes) "creían que hay tristeza en el universo, como una fuerza, una condición como la luz, como el intento, y que esa fuerza perenne actúa, sobre todo en los chamanes porque ya no tienen escudos de defensa. Ya no pueden esconderse detrás de sus amigos y de sus estudios. Ya no pueden esconderse detrás del amor o del odio, o la felicidad, o la desgracia. No pueden esconderse detrás de nada. 
   "La condición de los chamanes -siguió don Juan-, es que la tristeza para ellos es abstracta. No viene de codiciar o de necesitar algo o de la importancia personal. No viene del yo. Viene del infinito".
   Esta lectura me determinó a implementar un plan de acción. Lo primero que decidí es que cada vez que sintiera dentro de mí una emoción, pararia lo que estuviera haciendo aunque sólo fuera en mi imaginación y me dirigiera aunque mas no fuera imaginariamente a un lugar desde donde contemplar al cielo, a las estrells tachonando la oscuridad del cosmos y declarara "Esta emoción que ahora está atravesando mi cuerpo, está viniendo desde el fondo de la galaxia y más allá. Es una energía y como tal pasa a través de mí, no necesito construir nada en mi cuerpo a partir de ella, sólo sentir a su vibración pasar a traves de mi". 
   El único lugar donde esto se me dificultaba un poco era en el trabajo: todos los dias de seis y media de la mañana hasta las dos y media de la tarde, me desempeñaba en un hotel como recepcionista. El ambiente era lo suficiente desagradeble y manipulativo como para que en tanto chamán me interesara, allí podría desarrollar todo mi poder y llevarlo más allá de todas las posibilidades conocidas por mí hasta ese momento. Sin embargo, a pesar del clima adverso, pude desarrolar estrategias mediante las cuales cumplía mi cometido como humano y mi cometido como ser energético. 
   Sellé mi casa a los visitantes sociales y a la mera amistad. Se acabó aquello de llevar a cualquier ligue a mi casa, dejé que el intento, si es que lo había trajera gente, sólo entraría quien tuviera el valor o la inconsciencis suficientes. Esto, desde un punto de vista social puede sonar a "ermitaño" y ese fue el primer concpeto o cliché que tuve que romper dentro de mi mente en la interacción con otros. Gastaba mucha energía justificando que no hacía vacaciones a la manera en que lo hacen  otras personas, o sin planificarlas; y si algo me abrevió el trabajo fue esa costumbre de las personas de emitir on enorme facilidad juicios acerca de casi cualquier cosa que desconocen. "El es soltero, puede decidir lo que quiera cuando quiera, nadie depende de él ni él depende de nadie".
   En algún nivel, pensaba yo estan tocando la realidad.

   (continuará)


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