jueves, 10 de abril de 2008

Parte 2. Personajes con metas y personajes con principios. Rejilla Forster-Weber de H. D'Alessandro


La Rejilla Forster-Weber de H. D’Alessandro para el análisis de personajes.
Este ensayo, y otros sobre estas temáticas, puedes encontrarlo en mi libro "Coaching para escribir con PNL, y puedes comprarlo en el siguiente link:
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Así he decidido llamar al instrumento conceptual consistente en un cuadro de doble entrada en el cual podemos “introducir” a cualquier personaje a la hora de analizar o concebir una novela.
Con este cuadro podemos medir la eficacia con que desarrolla su acción narrativa y qué coherencia tiene.
Personajes movidos por un objetivo. Aquellos personajes que quieren conseguir algo. Desean obtener algo y atraviesan una serie de procesos con obstáculos y elementos que le facilitan el camino. (Eugenio de Rastignac, protagonista de “Papá Goriot” de Honoré de Balzac). El personaje movido por un objetivo parece más “ligero” que el movido por un principio; la direccionalidad hace que atraviese la escena o escenas de la novela con mayor viveza.
Personajes movidos por principios. Aquellos personajes que basan sus decisiones en la acción narrativa en un “principio”. Entendiendo por principio no sólo los principios éticos o de alguna de las múltiples morales presentes en la realidad narrativa. Principio que, en el caso, por ejemplo, de “El hombre del subsuelo” de Dostoievski, está claro desde la primera línea cuando dice “Soy un hombre malo, soy un hombre malicioso”. En consecuencia, todas sus decisiones estarán basadas en esta decisión narrativa primera. Oscar Matzerath, protagonista de “El tambor de hojalata”, entre los “principios” que posee, está el de ser enano voluntario y poseer una voz vitricida. Para mí, un “principio” en narrativa puede ser cualquier condición presente desde el arranque que condiciona o predispone las decisiones del personaje en un sentido u otro. Gregor Samsa, ademas de constituir el arquetipo del personaje redondo, es un muy buen ejemplo de personaje movido por el principio condicionante de ser una cucaracha. El personaje movido por un “principio” (un principio motor o rector) ha ido abandonando durante el siglo veinte el aspecto direccional y ha devenido el personaje divagador de las llamadas novelas “sin trama”, como las de Magris o Sebald, donde lo que importa es el paseo por los paisajes narrativos (de hecho el “paseo” es un motivo recurrente en este tipo de novelas) o el estar en un entorno sin tener una actividad narrativa muy vibrante. Julien Gracq es una ejemplo magnifico de estos dos extremos. En “Las aguas estrechas” el motivo central es “el viaje” o “el paseo” en tanto en “Un balcon dans la forete” (traducida como “Los ojos del bosque”) el motivo se desarrolla como un “estar” en un entorno antes que pasear o moverse por el mismo. Parece como si Gracq hubiera firmado, irónicamente, el testamento novelístico de la herencia procedente de la Odisea (su odisea por el Loira es bastante civil y muy poco atormentada por presencia mitológicas, las presencias son antes que todo literarias y muy amables, además) y de la Ilíada (los personajes de “Los ojos del bosque” son precursores de la serie “Mash” y “Trampa 22” antes que herederos de los sudores y devaneos de Aquiles sobre la tierra castrense).
Como ya dije en mi artículo anterior, un tipo ideal conceptual nunca es un modelo exacto, es una aproximación heurística de gran utilidad. Ahora podemos ver que el personaje no es totalmente movido por principios ni totalmente movido por objetivos pero que entre ambos extremos hay muchas posibilidades y los extremos justamente fundan escuelas que son bien diferenciadas.
A efectos prácticos: a la hora de medir la adecuación con que un personaje ha sido creado deberíamos pasarlo por la rejilla que un poco en broma y poseído por los espíritus del entusiasmo he llamado de Forster-Weber y ver cuanto “objetivo de más tiene” o cuanto “principio de más”. Cuanto “principio” u “objetivo” se debe agregar. Puede que halla personajes demasiado cansinos sobrados de “principios” y faltos de objetivo” o demasiado superficiales y gratuitamente vivarachos sobrados de objetivo pero sin ninguna sustancia aportada por algún tipo de “principio”.
Seguiré.

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