Una vez recibí a un cliente de veinticuatro años de edad, que ingería Valium desde los doce. La única vez que salía de su casa era para ir al dentista, al doctor o al psiquiatra. Había pasado por cinco psiquiatras, pero lo más grave que yo detecté era que no había abandonado se casa en doce años. Ahora sus padres eran de la opinión que debía arreglarselas solo. Su padre, dueño de una gran empresa constructora, se quejaba ante mi,: "Ese muchacho... es tiempo de que se valga solo". Y pensé: "Cretino, te has atrasado doce años. ¿Qué vas a hacer? ¿Entregarle tu empresa para que te mantenga?" Esa empresa tendría una expectativa de vida de alrededor de dos días.
Puesto que el muchacho había vivido doce años con Valium, no había tenido muchas experiencias, hasta que me lo enviaron. Lo obligue a visitar todo tipo de lugares y a efectuar una infinidad de rarezas:o eso o bien le daría la paliza del siglo.
Cuando dudó la primera vez y me dijo que no podía mover un dedo, le pegué fuerte y con eso comenzó a ganar experiencias.
Fue un método expeditivo, que no recomiendo en absoluto para la mayor parte de las personas.
Pero hay veces en que una buena cachetada constituye el principio de la construcción de una buena estrategia de motivación. Algunos de ustedes recordarán como funciona eso, de los años de juventud. Yo sólo lo metí en una serie de situaciones en las que debería resolver dificultades y contactarse con otros seres humanos. Eso le dio una base experimental para vivir en la realidad sin el cojín de casa,las drogas y el psiquiatra.
Las experiencias que le proporcioné fueron un poco más útiles y relevantes que resumirle verbalmente su niñez a un psiquiatra.
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