Gastar las palabras. Héctor D’Alessandro
Perder el miedo a las palabras.
Atravesarlas.
Ir más allá
Hasta el otro lado de las vocales
Saltar
Vengarse
De la sórdida tozudez de su amenaza
Invocar a las palabras y no temblar con los fulgores
De su halo, de su peso, de su ancestral amenaza
cíclica.
Repetirlas, sí, una y otra vez, hasta gastarlas.
Entrar en ellas como en un vientre.
Volver del túnel que representan
con un resto de luz pegado en el ojo.
Sentirlas caer en la noche como un miedo en la nuca.
Como un mono aullador que recorre los jardines
enhiesto y vigoroso, sometido a un imperio que no acaba.
Soñarlas junto a la cuna, mecerlas frente a un reloj.
Verlas nacer a las seis pe eme, sí, seis pe eme
y treinta y un minutos.
Volver a visitarlas, invitarlas a una participación
sosegada y suave, deliciosas presas del músculo quieto.
Venid a mí, tengo para vosotras la totalidad de mi columna.
Tengo pegadas a mis vértebras una miríada de imágenes
sometidas a una demolición incesante.
Mis espaldas son anchas, un continente entero puede reposar
en ellas.
Y lo hará, seguro que lo hará.
Recorre mis vértebras continentales un vibrante rumor crepitante.
Se mezcla a su paso con el agua, con el fuego y también con la tierra.
Quisiera cantar esta noche con todas las voces que poseo.
Con todos los verbos que me habitan.
Perdido ya el miedo a las palabras.
Mi garganta se abre plena, se abre en arpas, se abre en órganos,
se abre para dar paso a mi corazón de pez, de viejo monstruo
antediluviano, de calle, de paso, de parlante sangre intrépida.
Me moveré a mis anchas esta noche.
Haré sonar mis vértebras como cañones, como estampidos,
como gritos, sacudiré un ratito el caviloso temor
de tus costumbres urbanas.
Voy a desperezar todas mis letras.
Las que gritan y las otras.
Las que permanecen silenciosas trabajándote la médula.
Cuando el monstruo grande de la frase se hunde en un océano
Descomunal de revueltas palabras incomprensibles y al arrastrar
la última pregunta, deja flotando en el oscuro mar un aire hervido
de sueño, de misterio, de postergación espléndida hasta la siguiente
acometida.
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